Saturday, April 30, 2005

The Ring 2

La vi anoche. La película hecha a medida para mí:
una de terror, con madres locas.
Bajo ese título tontuelo, presenta un mundo de relaciones complejas entre madres e hijos/as y sugiere (según me pareció) una hipótesis que interpreta al filicidio como una madre demasiado buena que se hace cargo del deseo de muerte del hijo. O de la hija.
Gótico psicoanalítico. Símbolos. Agua. ¡FFXX bellos! Homenaje a Hitchcock (Psicosis: lo pescás aunque conozcas la película por fotos). Afanos a Tarkovski (vide el video). Ofelia, en un famoso cuadro prerrenacentista, epígrafe: "Naves de muerte". Una historia contada por una loca, llena de sonido y de sentido. Un álbum que preferiría no tener en mi mesa de luz. Un papel de Sissi Spacek, muy parecido al de la madre en Carrie, donde ella hacía de hija...
No falta nada.
Bueno, sí, falta el padre.

Aidan (David Dorfman), a Rachel (Naomi Watts):
¿Por qué ella quiere lastimarme?
Su terapeuta en "The Ring 54" (un Edward Norton muy, muy viejo): ¿A usted qué le parece?

Sugiero verla en el cine, en un día muy calmo, con atención flotante, sin público adolescente en la sala. Acompañar a la heroína en su recorrido, en su atravesamiento del horror. Parece la típica rubia curiosa, pero hay más...

¿Terror post-Zizek? ¿Tendrá razón el esloveno?
¿¿Dónde está esa primera versión japonesa??
No recomiendo sacarla en video, ja, ja.

Friday, April 29, 2005

gato ante el otoño

a Hugo


Caen las hojas, amarillas, muertas,
bandada dispersa por el aire
en la dirección equivocada.

El gato las vigila. Cada pequeña cosa
que se mueve tiene, para él, un propósito;
detenerla es preciso.

El aparente encuentro entre dos voluntades,
el misterio que nos amenaza.

Thursday, April 28, 2005

Poe según Baudelaire

"En estos últimos tiempos compareció ante nuestros tribunales un desdichado cuya frente estaba marcada por un raro y singular tatuaje. ¡Desafortunado! Llevaba él así encima de sus ojos la etiqueta de su vida, como un libro su título, y el interrogatorio demostró que aquel extraño rótulo era cruelmente verídico. Hay en la historia literaria destinos análogos, verdaderas condenas, hombres que llevan las palabras «mala suerte» escritas en caracteres misteriosos sobre las arrugas sinuosas de su frente. El ángel ciego de la expiación se ha apoderado de ellos y los azota con uno y otro brazo para ejemplo edificante de los demás. En vano su vida revela talento, virtudes, gracia: la sociedad tiene para ellos un anatema especial y acusa en ellos las lesiones que les ha causado. ¿Qué no hizo Hoffmann para desarmar al Destino, y qué no realizó Balzac para conjurar la fortuna? ¿Existe, pues, una Providencia diabólica que prepara la desgracia desde la cuna, que arroja con premeditación naturalezas espirituales y angélicas en medios hostiles, como a mártires en los circos? ¿Existen, pues, almas santas y destinadas al altar, condenadas a ir hacia la muerte y hacia la gloria a través de sus propias ruinas? La pesadilla de las Tinieblas, ¿asediará eternamente a esas almas elegidas? En vano se agitan, en vano se forman para el mundo, para sus previsiones y asechanzas; perfeccionarán la prudencia, taparán todas las salidas, acolcharán las ventanas contra los proyectiles del azar; pero el Diablo entrará por el agujero de la cerradura. Una perfección será la falla de su coraza, y una cualidad superlativa, el germen de su condenación."

Wednesday, April 27, 2005

Kill Bill 3

Me acosté soñando un destino. Fundar un partido que destruya, incinere, aniquile, reduzca a cero todo nuestro exceso de Estado. Ser una especie de Hitler al revés: el AntiNazi. No más funcionarios mediocres trabando la empresa privada. No más genocidios, no más muertes por suicidio, ACV, infarto, resultados todos de la frustración desesperante que siente el ciudadano común cuando ve su pequeña empresa, su modesta pero eficiente carrera, aplastada por la pataza estatal. "Es un monstruo grande y pisa fuerte... toda la pobre inocencia de la gente". No, León, no somos pobremente inocentes, sólo hemos tenido que hacernos los boludos para subsistir. "Brazil" de Terry Gilliam es una realidad: los ciudadanos argentinos financiamos con nuestros impuestos nuestra propia tortura y nuestra propia muerte por tortura. Y la de nuestros seres queridos, además. ¡Basta! ¿Qué esperamos para salir a matar a esos parásitos chupasangres, los disfuncionales funcionarios?
Soñé que echaba al fuego una escalerita de madera balsa.
Mi papá vivía, y sonreía.

Tuesday, April 26, 2005

Gringo viejo

En su novela "Gringo viejo", mezclando la realidad y la ficción, Carlos Fuentes cita como procedente de la última carta de Ambrose Bierce -aunque probablemente haya sido un añadido de su biógrafa Chistiane Lesparre a la recopilación de su correspondencia- esta frase: "¡Ah, ser un gringo en México! ¡Eso es eutanasia!"

Ahora me pregunto: ¿Y ser yanqui en Argentina, qué será? ¿Suicidio doloroso?

Monday, April 25, 2005

mamá tenía un blog

25 de abril de 2012

Mi apellido es Downing. Mi nombre es Preston. ¿Les suena, no? Sí, soy el "famoso" (?) Preston Downing de The Downing Boys. El blog de mi vieja, sí.
Visítenlo y desterníllense de risa, estoy acostumbrado. Yo soy el idiota que iba en el carrito. El que tenía un año, sí. No, el del triciclo es mi hermano. Elias, se llama él.
Imagino que habrán pasado todos estos años sin poder dormir pensando qué se hizo de nosotros. ¿Será Elías un CEO de alguna empresa importante? ¿Preston, premio de algo? Bueno, no. Mi hermano es un tipo muy tímido. Tiene veinte, ya. No tiene novia porque raramente sale del altillo donde vive. Se lo construyó él mismo en la terraza de la casa donde vivíamos con mamá. ¿Qué hace? Qué sé yo, pregúntenle. Supongo que cosas muy interesantes -muy interesantes para él- ya que como les digo, casi no sale.
Yo tengo 18. Terminé la secundaria y vivo de trabajos temporarios. Comparto una casa con tres amigos más y estoy posteando esto en una computadora prestada. Dicen que soy raro. Es verdad, soy raro. No me gusta dar información sobre mí mismo. Además, siempre estoy necesitando dinero, no sé por qué. Bueno, todos necesitan dinero. Pero yo, más. Debe ser innato. La mejor forma de conseguir dinero, aparte de por supuesto trabajar, sería para mí iniciarle un juicio a mi mamá. Por difamación. Por invasión de la privacidad. Por explotación indebida de mi imagen. Cada vez que salgo con una chica y no puedo evitar darle la dirección del blog de mi mamá (es una compulsión autodestructiva, dice uno de mis compañeros de casa, que estudia psicología), en la cita siguiente debo oír inevitablemente esto: "Vos eras lindo". ¡Era! ¡Por Dios, tengo dieciocho años! ¡Me siento un anciano! ¡un arcaísmo! ¡Un premio Nobel de literatura tardío con mil arrugas y un pasado prolijamente documentado sobre sus espaldas! ¡Día a día! ¿Saben lo que eso significa?
Mamá, me arruinaste la vida. Llorá, dale, llorá.
Seguro estás leyendo esto, y quiero que lo sepas.

Posted by: Preston Downing

Thursday, April 21, 2005

Oh, ror

Quiero escribir sobre lo que me da terror. ¿Debo, entonces, escribir terror?
¿Asustarán a un lector las mismas cosas que me asustan a mí? Además de la obvia pregunta por la destreza técnica -¿podré?-: ¿es válido, es ético practicar una escritura ficcional que manipule las emociones del lector? A mí me da terror el Parque España. ¿Qué harían los maestros con eso? ¿Qué haría Poe? No es un tema absurdo, voy bien encaminada. La arquitectura y la atmósfera son fundamentales en un relato de terror, según dice H. P. Lovecraft en sus "Notas sobre la escritura de literatura fantástica".

Hasta hace unas horas, el que a cierto vals se lo denominara "el vals de los novios" y se lo pasara en el momento culminante de una boda al grito de "¡que bailen los novios!" me parecía tan natural como que la vid diera uvas en marzo. Pero hoy a mediodía el susodicho vals (cuyo título original y autor nunca supe) sonaba en la casa de mi vecino y me vi en una curiosa situación: lo que entre compatriotas se hubiera reducido a señalar algo perfectamente normal (¡"sentí, el vals de los novios!") se convirtió en un intento balbuceante de mi parte de hablarle a Déivid sobre las costumbres locales. Contar las propias costumbres, en otro idioma, a un extranjero, las vuelve tan raras y necesitadas de justificación como si fueran danzas y ceremonias de pueblos primitivos con los que uno recién acaba de encontrarse: This waltz is usually played at wedding parties for the bride and groom to dance: it's popularly known as the bride and groom waltz, dije. Y no pude darle ninguna explicación de algo que hasta entonces, para mí, no la había necesitado.
Ahora, en cambio, no tendré paz hasta no saber la historia de ese vals. ¿Por qué se impuso ese, y no otro? Hasta hace unas horas, para mí, el vals de los novios era lógicamente necesario, es decir: sólo podía ser ese; ahora, las preguntas de Déivid me han hecho caer en la cuenta de que tuvo que haber un autor y además una razón.
Mientras no sepa eso, el "vals de los novios" me va a seguir pareciendo algo extraño, caprichoso y absurdo.

La curiosidad, esa sed de explicaciones satisfactorias ante lo extraño, impulsa las preguntas y la investigación. La explicación racional de las causas de un hecho, siempre que satisfaga razón y curiosidad, reconstruye la sensación de necesariedad del hecho que se tenía antes de que por algún motivo empezara a resultarnos extraño.
Por lo tanto, un hecho extraño seguirá siendo extraño mientras no pueda explicarse satisfactoriamente su causa.

¿Qué condiciones crean la aparición de lo extraño? ¿Qué define a lo extraño como tal? No solamente lo insólito y lo desacostumbrado, o lo insólito y desacostumbrado sin explicación ("¿Qué son esas explosiones?" "Son los fuegos artificiales de la inauguración del Congreso de la Lengua". "Ah". Fin de la historia) sino lo contingente: aquello que pudo ser de otro modo y salió así por algún motivo accidental. Si el accidente no se investiga, si además lo desconocido aparece como poderoso e intratable, lo extraño se nos vuelve temible: se nos vuelve siniestro.

Nos rodea lo contingente, pero no nos damos cuenta. Para descubrir la posibilidad de lo contingente tras la apariencia de lo necesario, es preciso el asombro. Si nadie se asombra de nada, todo parece necesario. Pero es muy posible que todo en el universo sea contingente. La forma de una pera, por ejemplo. Bruno Munari, esteta y diseñador italiano que daba cátedra en los años sesenta, era capaz de explicar la necesariedad de la forma de la pera. O de un membrillo. O de una gota de agua. Se debe a cierta relación entre masa, peso, densidad, fuerza de gravedad... todo lo cual la hace ser así y de ningún otro modo. Pero a lo mejor indagando en la historia evolutiva del mundo encontraríamos el accidente, el punto de inflexión en la historia de la pera o del membrillo donde éstos pudieron ser una cosa distinta, regida de otro modo por las mismas leyes.

Por más que asombre al alma sensible, un membrillo no es siniestro. No se resiste a la investigación. El secreto de las causas de su forma se nos aparece como alcanzable. Tampoco tiene pinta de poderoso ni malintencionado.

Pero los neuróticos tenemos el espanto fácil: nos aterroriza todo lo que escapa a nuestro control, a nuestro entendimiento, y al alcance de nuestra investigación. La calumnia. Las decisiones a puertas cerradas. El poder del nuevo Papa, Ratzinger, a. k.a. Benedicto XVI, se nos aparece ante la imaginación como un producto de estas oscuras fuerzas. No parece una pera o una uva -o una música- formada así por la voluntad de Dios. Pero tampoco es fácil enloquecer y decir que es el Anticristo; es evidente que el hombre se abrió camino, llegó por hábil. Resulta demoníaco precisamente por demasiado humano. Cae de maduro que donde no hay transparencia democrática gana el de menos escrúpulos, el que más sucio juega. Imagínenese un campeonato de lucha libre sin árbitro. Esa es la explicación racional, pero no basta. Ratzinger nos resulta espantosamente extraño: siniestro. No sabemos cómo ni por qué llegó a donde llegó. Aparte de imaginarnos su firme voluntad, ignoramos los detalles. Y además de creerlo capaz de cualquier cosa, le adivinamos las peores intenciones y sólo nos consta que tiene la suma del poder.

El poder que ejercen las instituciones a través del terror, se perpetúa en la medida en que no se sientan obligadas a darle explicaciones a nadie. Toda institución no investigable es terrorífica. La investidura marca el límite siniestro de lo investigable.

La opacidad de una institución se expresaría a través de su arquitectura. Los críticos de arte tendemos a leer un mensaje institucional u otro, según lo que nos envía o parece enviarnos el lenguaje estético de la arquitectura. El terror mata, la opacidad aterroriza; ¿explica todo esto la alta tasa de mortalidad precoz (50%, si mis cálculos no fallan) entre los críticos de arte que trabajan para el Centro Cultural Parque de España, que tiene una arquitectura de túneles sin ventanas?

Se ha escrito mucho en Rosario sobre los perros suicidas del Parque España, que se tiran desde su falso acantilado. Creo recordar que alguien me dijo alguna vez que el nombre del arquitecto que dirigió el proyecto del Parque España era (¡era!) el mismo que el del Poe rioplatense: Horacio Quiroga.

Para volver siniestro un objeto: investirlo. Hacerlo extraño y resistente a las preguntas. Opaco. Rodearlo de misterio y de secreto. Para volverlo terrorífico: dotarlo de poder.
Y que no haya modo de saber sus verdaderas intenciones.

Wednesday, April 20, 2005

Larga vida a Scilingo

Le dieron 640 años...

Reality, ¡nueva reseña!

Las historias son la forma en que los seres humanos digieren sus vidas: convierten los hechos en algo que podemos repetir y controlar, contándolos hasta que se agotan.
Chuck Palahniuk


Qué lindo, qué lindo. Esto es exactamente lo que esperaba de la literatura: un nuevo cuerpo, a la medida del orgullo de mi alma. Un cuerpo capaz de tenerse en pie bajo las piñas del vengador y después decirle, casi amistosamente: bueno, ¿estás contento ahora? y estrecharle la mano.
Segundo round. Felicitaciones.

Cuando me contaron de la reseña en Señales, me alegré. Compré salamín y una tragedia griega. Fui a casa pensando: "Voy a tener que tragarme todo lo que dije de la conspiración de silencio y el ninguneo y la mar en coche". Encendí la compu, conecté Arnet, abrí la página del suplemento cultural del diario El Atopiano (perdón, La Capital), y leí apresurada pero atentamente la reseña de Matías Píccolo -también redactor y editor de la revista RIEL, además de colaborador del diario-. Comimos algo rápido con Déivid y partí de nuevo a ver "Mystery Train" de Jim Jarmush.

El tempo lento, moroso, lírico de la película de Jarmush me dejaba espacio para hacer anotaciones mentales al margen. Lo primero que empecé a digerir fue la sensación de final de round que me dejaba el texto: un cansancio, un dolor y una satisfacción resultado de una lucha dura y pareja en la que el otro tuvo que trabajar un poco más, pero compensó encomiablemente sus handicaps. Es decir: no es una mala reseña, pero es una reseña violenta para un libro violento.
Y lo que me gusta es que tiene una tremenda dignidad. Y dignifica mi trabajo: lo toma bien en serio. Lo trata con altura y exigencia profesionales.
Hasta se da el lujo de mandar mensajes en clave.

Matías no deja de cobrarse ninguna. Lee o cree leer, en el título "Reality", un eco de una metáfora que usé en un e-mail para referirme al staff de la RIEL. No me acuerdo si al final les pedí o no disculpas; tendría que haberlo hecho, porque de cualquier manera hacerlo ahora ya no tendría sentido. "Puente la observó detrás de una barricada de libros sin reseñar..." cita Píccolo y, con un talento sutil para la violencia interpretativa, deduce: "Quizá pueda leerse un ajuste de cuentas que la escritora del reality se toma con el hábitat de la prensa gráfica local", como diciendo: "y ahora vas a tener que tragarte todo lo que dijiste de la conspiración de silencio y el ninguneo y la mar en coche... junto con tus dientes, si es preciso". Lo que más me gusta de toda esa frase es que empiece con la palabra "quizá".

No me extraña que el crítico se ponga un poco nervioso: es joven, nuevo, escribe muy bien, es uno de los editores de una incipiente pero respetada revista literaria en cuyo primer número colaboré y que -si bien cometió alguna desprolijidad en la promoción de su primer número- publicó un trabajo crítico excelente, casi desmesurado, sobre mi primera novela, DAF. Y ahora a él le toca reseñar una novela muy violenta, escrita por la misma persona, y esta persona ahora es alguien que incursionó en todos los géneros incluido el hate mail y a quien le sacaron de abajo del culo la misma silla donde él ahora está sentado; y la novela es una sátira que parodia al género policial negro donde una pila de libros es descrita como una "barricada", y donde unos artistas vengativos destrozan y crucifican a un crítico. Literalmente hablando.
Ah, y el detective es tu jefe -sí, porque también es un roman-à-clef...

Sale más que bien parado. Hasta tiene tela para un tercer round: este crítico tendría que releer su Jauss y discernir mejor entre el tiempo de la escritura y el de la lectura, porque cuando recordé e intenté describir esa pila de libros que efectivamente había en el escritorio de un compañero mío del suplemento Rosario/12, suplemento para el que colaboré siete años (sí, a la historia la cuento del lado de acá del mostrador, aunque ahora me toque estar en el de allá), no pensaba en la reseña que tardaban en escribirle a un libro que todavía no se había escrito. Pensaba en ese extraño magnetismo y ese particular peso que tienen los libros apilados para reseñar. No son como los que uno compra para leer en el tiempo libre. Tienen otra gravidez, se acumulan con otra densidad, como si estuvieran bajo las leyes de gravedad de otro planeta donde todo es más pesado.

Hubiera sido lindo poner todo esto en el libro y no acá. Seguramente irá en el próximo. Ya tomé nota: más cariño a los personajes, menos omnipotencia autoral.
Me extrañó que no se dijera nada del ritmo, que es el fuerte de mi libro. O de sus influencias, sobre las que tiro letra a rolete, por boca de sus obsesivos personajes. O que mi oficio y su cultura general despierten la misma envidia que la erudición del héroe. ¿No se entiende que todo ese despliegue de cultura tiene una intención narrativa de catálisis respecto del protagonista, Walter, que es un pedante, y así le va? (Así me fue: se escriben tragedias, chicos, ante todo, para librarse uno de la culpa -y no del rencor ni del resentimiento- que paradójicamente producen las desgracias)

Esto -pensaba mientras miraba la película de Jarmush-, esto de escribir es un oficio valiente, aunque no tanto: la sangre es parte del trabajo. Nada que no se vaya con un vaso de tinto y un poco de merthiolate.
Y un texto más.
Escribo para crearme a través de la escritura una relación más digna con la violencia, con el mal y con el desastre. Lo digo aunque nadie me lo haya preguntado.
Supongo que ya me lo preguntarán.

Tuesday, April 19, 2005

esto...

...es una primera frase:

Of Herbert West, who was my friend in college and in after life, I can speak only with extreme terror.

(H. P. Lovecraft, "From The Dark")

¿Qué culpa?

Lo bueno de tener un blog y amigos que se banquen, no digo ya leerlo, sino además comentarlo por e-mail (y conste que no estoy hablando de una audiencia cautiva; la mayoría viven en otras ciudades y lo leen porque quieren) es que de a poco una descubre que ha vivido en un termo, o en un frasquito de azafrán Sabor 15.
En los viejos días en que las únicas conversaciones eran personalmente o por teléfono, ya que sentarse a escribir una carta y enviarla por correo era un vicio burgués (¡te llevaba toda una tarde!), era mucho más probable que ahora dialogar únicamente con gente del mismo género, nivel socioeconómico, religión, educación y clase, lo que terminaba resultando muy aburrido... Todas minas pobres, colegio de monjas, sometidas, opinando exactamente igual de todas mis desgracias: "vos te la buscaste"; "tendrías que haber sabido" (respuesta clásica al "¡yo qué sabía!").
Releo mi post anterior y me siento como que apesto a apresto, a pollera gris tableada y pulóver azul marino del colegio privado católico; la culpa que tanto me achaco ahí es un caso más de ese abuso de la ética que denuncia en su ensayo sobre la tragedia Kierkegaard, quien frente a este panorama es prácticamente de izquierda.
Quiero decir: ¿Cómo no maté a mi jefe?
¿Cómo no lo maté de entrada?
Pasaron seis años; si conseguía una buena abogada o un buen abogado que lograra que me dieran sólo ocho de cárcel, hoy a lo mejor ya estaba libre por buena conducta...

Sunday, April 17, 2005

Notas para una escritura

En mi post de ayer apareció algo que creía haber perdido para siempre: un cierto tono. Y no por casualidad: además de que durante la semana estuve traduciendo literatura, el de ayer fue un post macerado, trabajado en borradores previos... A medida que reescribía la idea, la mera catarsis de la bronca fue decantando en una prosa más densa y creo que de mejor calidad. Me alegré tanto que hasta leí después con ganas y con una especie de atención flotante de collage surrealista las ediciones en papel de los diarios y los suplementos literarios, encontrando ideas ahí: Sat*n y los neon*zis hoy en el Página/12 (¡qué miedo!); un artículo hermoso en el Ñ sobre la tragedia griega... Pensé: por qué no me meto de lleno de una vez con el tema del Mal, que tanto me obsesiona -y no me permito tener una religión que me permita manejarlo-. Recordé a mis autores favoritos: Philip Roth, E. A. Poe, Horacio Quiroga. Y me dan ganas de poner toda la carne en el asador en un proyecto, no sé si de novela o de cuento largo...
Ese nuevo texto sería la gran mezcladora donde meter mis obsesiones más enfermizas. Quiero expresar mediante alguna voz gótica en primera persona ficcional esta agobiante sensación de no tener el control de mi destino en lo más mínimo, el horror cotidiano de sentir que alguien se llevó el control remoto un día que me distraje. Convertir en relato de ficción esta desesperada necesidad de justificarme ante la culpa de semejante distracción amparándome en la noción de "culpa inocente" propia de la tragedia; animarme de nuevo a ese tono, tortuoso, rencoroso...
De pronto adquiere sentido esto de los blogs: cada post fue una práctica de lanzamiento.
Una escritura es como un cuerpo; una escritura que se pretenda literaria es como el cuerpo de un deportista o un atleta. Si es una guerra, entonces hay que poner toda la carne en el asador: no nos regalen la gloria (nadie lo hará de todos modos), esta aventura es épica.

Saturday, April 16, 2005

Zizek el argentino

Conozco o creo conocer ese lugar: el lugar desde donde habla Slavoj Zizek. Hoy lo leía en el Ñ y me venía a la mente aquella famosa escena deportiva, la de Maradona en el Mundial 86: elude a sus marcadores, los marea, solito con la pelota corre, corre, corre... ¡gol!
Soledad. Maradona corrió solo.
Zizek habla solo. No hay en su voz ni ley, ni un eco de academia, ni más autoridad que la de su propio ingenio. Se halla librado a sus propias inercias, como el hombre del siglo diecisiete: es un Quijote, un Robinson, es el sujeto del primer capitalismo reinventándose. Su obra parece ajena a la idea de la producción concebida como resultado de una fuerza de trabajo colectiva. Zizek es un intelectual en estado de naturaleza. El colectivismo, en su Eslovenia natal -y en su Argentina adoptiva- ha sido tan aniquilador que el único pensamiento posible fue pensar en fuga, pensar a campo traviesa.
Obra maravilllosa pero inútil, por lo ininteligible que en general resulta al no formar parte de ningún sistema.
Percibo en el discurso de Zizek el mismo esfuerzo desesperado por forjarse un yo sobre la marcha que da su patetismo característico al discurrir de los esquizofrénicos. No soy estalinista, no digo que esté loco: está solo. Locura, en todo caso, es el nombre del lugar desde donde habla: ese ambiguo podio para el soliloquio que tanto puede merecer la admiración por el genio como la lástima que se le tiene al idiota de la aldea.
La soledad de Zizek es la marca de una epopeya: la de un individuo que lucha por constituirse como tal locamente, superando un origen a la vez católico y totalitario, utópico y retrógrado, tirando de los cordones de sus propios zapatos hasta alzarse hasta eso que su realidad no le dio: la posibilidad de ser un sujeto moderno.
Zizek es nuestro espejo. Su pensamiento silvestre se parece al nuestro. Sus deformidades de oriental sobreviviente ponen en escena lo monstruoso del experimento argentino. Ese exótico gnomo que no cesa de pronunciar una y otra vez su primera palabra (su gesto de encantamiento, su propio trazo fundante en el vacío) exhibe sin proponérselo las heridas de una colisión espantosa: la que se produjo entre una sociedad que pretendió volver al precapitalismo, arrasando con cualquier forma de individualismo burgués, y una de sus pequeñas hormigas que insistió contra viento y marea en devenir un hombre de su tiempo.

¿A qué vino Zizek?

¿A casarse y ser feliz, como la muchacha italiana de la telenovela "Muchacha italiana viene a casarse"?
¿A pensar?
¿A arrullarnos con su denso acento, a que su aspecto nos evoque fábulas infantiles con gnomos barbudos en bosques? ¿Viene a maravillarnos con sus trucos de gurú siberiano que lee signos en las cáscaras de los huevos de chocolate, o en los silencios de las películas de Hitchcock, o en el goteo de la pileta de la cocina? ¿Es un poeta, un demonio, un mesías, un hechicero, un mago? ¿Es alguien que viene a darnos la sensación de que estamos viviendo por fin en el mundo de las películas, en el mundo de los viajes, oh, en el mundo, en el mundo de verdad?
¿Viene, Diego, a que lo disfrutemos?
¿Viene a demostrarnos que el campo intelectual argentino es un asco? ¿Es un ángel, un ser puro, incontaminado e incorrupto? ¿Nadie se hizo la pregunta que había que hacerse, la única que valía la pena, la de cómo no podemos generar un librepensador tipo genio, brillante y desparejo como Zizek, nosotros mismos?

¿Y qué hicimos con los librepensadores que teníamos?

Los matamos de hambre, los mandamos al manicomio, los empujamos al exilio.
Todos, todos están muertos en el fondo del río.


Argentina no sabe cocinar. Comemos en restaurantes o comemos de la basura. Compramos todo hecho, siempre que sea importado. La devoción pasmada y pasiva por Zizek, por los huevitos Kinder, por los Sea Monkeys que nunca lograron vivir en el cloro del agua, demuestra lo que somos y lo que ya nunca dejaremos de ser: un país sin industria, sin producción alguna de valor agregado. Un país cipayo, un enclave económico. Culturalmente autoritario y materialmente agrícola. Con lo fácil que sería, a esa élite académica que tanto nos encanta denunciar sin dar nombre alguno no vaya a ser cuestión que nos excluyan más y más todavía, oponerle un contrapoder, una red de nodos alternativos, de pequeñas revistas en papel, eventos en vivo y espacios en Internet de donde surjan nuestros propios Zizek: gente intransigente, pero además gente que ponga en obra nuestra propia capacidad de aunar pensamiento y poesía.

Producir, viejo.
¿Es tan difícil?

del tiempo perdido

Me pasé la niñez acumulando información irrelevante. En casa compraban esas enciclopedias "juveniles" que me encantaban. Yo leía y leía, intuyendo que no perdía el tiempo; que, como no se trataba de ficciones, eran lecturas útiles, me servirían algún día para algo. Me servían para sacarme buenas notas en la escuela sin demasiado esfuerzo, lo que me granjeó mis primeras enemistades. No eran muy locuaces; expresaban su desagrado, como Carlos Monzón, con los puños. Y eso que eran niñas. Pero me superaban en fuerzas individualmente y además me superaban numéricamente. Aprendí a desaparecer del aula en el instante mismo en que sonaba el timbre de salida. Años más tarde llegaría a destacarme además en atletismo, especialidad: carrera de fondo. No es que tuviera gran apuro por llegar a casa, donde también querían cagarme a piñas por los mismos motivos: por sabelotodo. Pero por suerte había un rincón seguro bajo la escalera, junto a la estufa y cerca de la biblioteca. Yo leía y leía. Aprendí algo de arquitectura antigua y algo de estructura social medieval; algo de pintura renacentista y algo de poesía moderna. Años más tarde, a los treinta y ocho si mal no recuerdo, cuando ya llevaba casi veinte vegetando en la miseria -es decir, desde el final del secundario-, E. Z., un muy buen amigo mío que estaba terminando de escribir un libro de poemas, me contó que la mayoría de ellos se trataban de la lluvia; me los mostró, y mi favorito resultó ser uno donde la lluvia caía en la memoria, adentro de una casa. Mi amigo ya tenía listo el epígrafe, uno de Borges: "La lluvia es una cosa que sin duda sucede en el pasado". Pero no tenía el título. Me vino a la mente de inmediato una de las páginas de la enciclopedia juvenil, con la ilustración en gouache a doble página de una familia romana mirando llover adentro del patio semicubierto de su casa; el agua entraba por un agujero construido ad hoc en el techo, y caía en una piletita cuadrada. Un plano, aparte, mostraba la estructura del techo, que era como una pirámide truncada invertida de base cuadrada. Cuando llovía, la lluvia resbalaba hacia adentro por cuatro planos inclinados. Traté de acordarme de cómo se llamaba esa forma arquitectónica. "Pluvium", dije al fin. "Se llama pluvium". Mi amigo anotó la palabra en un papelito. La buscó durante días en diversas enciclopedias y diccionarios. Creo que hasta la buscó en Google. No encontró nada. Consultó con A. C., su maestro de poesía. "Impluvium", dijo el maestro.
Mi amigo volvió a chequear todas sus fuentes. Su maestro le había dado la palabra correcta, y el título se impuso.
Creo que es un buen título. El libro lo merece. Me alegra saber que no perdí completamente el tiempo. "Quizás algún día, dentro de muchos años, habrá tenido algún sentido todo esto", es una de las frases favoritas de su autor; y creo que viene al caso.

Friday, April 15, 2005

epifanía

Todos los tontos, cuando somos jóvenes, creemos que si no estamos donde nuestra gran inteligencia lo merece es porque somos demasiado sinceros; un día envejecemos y descubrimos que somos realmente tontos... o no hubiéramos abierto tanto la bocaza en primer lugar.

Canonícenlo

¡No se olviden de Cortázar!
(Si no fuera por él, este post se titularía "Canonizadlo").

Thursday, April 14, 2005

detalle

Soñé con un amante de tiempos juveniles. A medida que me iba despertando (ese efecto de cajas chinas: soñar que contás un sueño del que acabás de despertar, volver a soñar que te despertás, soñar que decís "soñé que tenía un sueño y lo contaba", etc.) iba preguntándome, a mí misma y también a mis ocasionales interlocutores oníricos, qué se habría hecho de él, por qué hacía tanto que no lo veía; si su número de teléfono seguía siendo el mismo, si lo había anotado, guardado, dónde...
Al despertar comprendí que estaba muerto desde 1992.

Un detalle biográfico se le puede pasar por alto a cualquiera.

Wednesday, April 13, 2005

vida sana

Abandoné un vicio insalubre: el de ir a espiar las páginas de comentarios de los blogs donde dejé comentarios.
Me queda tiempo para cocinar y todo.

Nota del viernes 15: He vuelto a las andadas.
El bout del fin de semana, que le dicen.
Pero soy re heavy, re jodida y si quiero me hiervo unos repollitos de Bruselas y si quiero me tomo toda el agua de los repollitos para aprovechar el hierro porque soy re heavy, yo.

Tuesday, April 12, 2005

canoneando

Es sencillo, Daniel.
A este problema del canon literario que tanto nos desvela, vas a ver cómo lo resolvemos rapidito por decreto.

Comunicado número (h)uno

Artículo primero: El nuevo canon literario argentino estará constituido únicamente por escritores de dicha nacionalidad con apellidos o apodos de cuatro letras.
Incluye, así, a:

Piro
Link
Aira
Arlt
Puig
Saer
Bioy (estatuto dudoso, ver artículo segundo)
Copi
Cané
Vega

et al.

Artículo segundo: Para ingresar al canon con un apodo, éste deberá ser el utilizado habitualmente por el autor para firmar sus obras. No se admiten nicks informáticos ni abreviaturas de apellidos, de apodos o seudónimos (ej.: "Cucu").

Artículo tercero: no se admiten escritores sin una obra publicada, o al menos, escrita. Por definición el escritor, escribe.

Artículo cuarto: se admiten escritoras, siempre que cumplan con los requisitos estipulados en los artículo primero y tercero.

Artículo quinto: léase y archívese.

Firmado:
capitana de corbeta Xenia Norton,
Secretaria de Comunicaciones y Hacienda

Monday, April 11, 2005

Necesitaría un satélite

Necesitaría un satélite que sacara fotos desde arriba para poder ver toda la tierra quemada que me imagino. Y saber dónde termina.
Cada mañana parece que esto se va a terminar pero no, el dolor sigue. El terror afloja, pero el dolor sigue. Cada día me digo: "Ya está. Ya entendí todo. Ya paró". Siempre me digo que mañana todo este duelo ensimismado se termina y mi blog va a poder ser un blog como la gente, modoso y educado, una seductora ventana al mundo, con posts razonabilísimos sobre política, sobre cultura; con enlaces a páginas de autores tan reconocidos como interesantes, a tesoros. Mañana seguro que paro de sufrir (¡pare de sufrir!) y puedo señalar de nuevo las cosas del mundo; hoy -me digo- por fin entenderé, hoy me liberaré, a partir de mañana voy a tener las manos libres y las voy a poder usar como antes para asir las cosas que están ahí afuera, no para tenerme los pedazos partidos al medio, no para no desarmarme.
No es todo el día; es sólo un momento del día. Basta con abrir un cajón que prefería no abrir, encontrar una foto en las páginas de una revista... Inútil fue gastar plata en llamadas telefónicas para pedir ese dato bibliográfico que yo sabía que estaba ahí, en ese cajón; hubo que abrirlo, encontrar la maldita foto. Hubo que ver de nuevo la cara del amigo (me gustaba su cara, me gustaba su risa) a quien por esas cosas de la supervivencia y la política y el darnos cuenta demasiado tarde de algunos detalles tuve que convertir en enemigo un día, hace ya años. Hubo que volver a pensar los chistes para él que todavía se me ocurren; sé que le causarían mucha gracia pero ya no se los puedo contar.
Y ahora no logro cerrar el cajón.

Saturday, April 09, 2005

una idea peregrina

Este blog quizá debió llamarse "Passagenwerk".

Friday, April 08, 2005

mejor que por TV

"El viento movía las hojas de un Evangelio abierto colocado sobre el ataúd."

Diario La Razón, hoy.

Qué bello...
¿Quién les escribe las noticias de la edición vespertina? ¿Edgar Allan Poe?

"En algunos momentos, la brisa romana hacía que las páginas pasaran de un lado a otro, como para expresar que las enseñanzas de Juan Pablo II abarcaron todo el Evangelio y no solamente una parte."

Ah, los exégetas que nunca faltan...

Thursday, April 07, 2005

Vanguardia, vanguardia...

¿Qué era eso?

"Aira" (Link) te lo explica.

Versión Lerú (breve, bah): acá.

Wednesday, April 06, 2005

Plata quemada: ¿caso cerrado?

Soy el hijo bastardo de Dios. (Eric Harris)

Si ya viene siendo hora de balances, hay que decir que el juicio tuvo efectos saludables sobre la cultura y la sociedad argentinas. Gustavo Nielsen asumió sobre sí la responsabilidad de denunciar eso que todos sabíamos, pero de lo que nadie hablaba.
O el que hablaba, enseguida era tildado de paranoico. O de francotirador. O de chismoso. Castigado, relegado, excluido: "Di tu palabra y hazte pedazos", escribió Nietzsche.
Años rumiando bronca, batiéndola con esa frase tomada al pie de la letra, aunque Nietzsche hubiera querido decir otra cosa. Recién ahora estamos empezando a vislumbrar una sociedad democrática donde el que habla, gana.
Lastimera, molesta, olfachona, por momentos vergonzosamente ingenua, la queja de Nielsen fisuró el implacable mecanismo trágico de la omertá literaria criolla. Con todos sus defectos, fue un pequeño paso para el escritor y un gran salto adelante para la sociedad.
Sí, ese fallo fue como llegar a la Luna: aunque nos deje un gusto amargo ver a un muy buen autor como Piglia convertido en chivo expiatorio de una pena que debió repartirse mejor con la editorial Planeta y con Sabanes, un tongo denunciado y condenado era algo que muchos nos habíamos resignado a morir sin ver jamás.
Pero el caso también puso al descubierto la visión que tiene de sí misma la generación de Nielsen: a los cuarenta años todavía seguimos siendo los recienvenidos no bienvenidos, los entenados, los obligados a quedarse afuera, los que tienen que entrar por la ventana.
Esto lo hemos conversado por e-mail con Elsa Drucaroff: a los "hijos del Proceso" (sic) nos desvela una sensación urticante de ilegitimidad.
Asumimos el peso de la crisis económica y moral, cargando muchas veces con la ignominia de no haber hecho todo, absolutamente todo lo posible por alcanzar un éxito personal que mamá o no sé quién parecían exigirnos; cuando lo único que debería avergonzar a un escritor -o a cualquiera- es el éxito alcanzado a cualquier precio.
Tampoco es cuestión de irse al otro extremo. El éxito no deja de ser sospechoso en esta sociedad fascista hasta lo feudal donde raramente el mérito cuenta, donde el esfuerzo es tildado de "bobo", "puritano" y "obsesivo", y donde casi toda prebenda se otorga por obra y gracia de los príncipes. Aunque, a veces, la sospecha es infundada y el premio es en buena ley.
Pero el que de vez en cuando se haga justicia, no legitima al sistema hasta tornarlo absolutamente creíble. Porque sigue siendo verdad que no todos los marginados somos mediocres: muchos simplemente le hicimos el chiste equivocado en el momento equivocado a la persona equivocada, que en realidad era un dios pagano muy encolerizable, disfrazado de mortal... y bueno, Massei, así son las leyes de la tragedia: lo pagamos el resto de nuestras vidas y durante la posteridad, de la que estaremos ausentes con aviso.
Derecho al Hades, de frente march.

Si tengo que hablar de mi propia Operación Troya, por suerte terminó mal.
Saltamos por la ventana como habíamos trepado, a la misma velocidad; y el único que nos había hecho ancla para poder subir, quedó encerrado adentro con un cadáver. "¡Mis amigos, mis drugos!"
¿Vieron, leyeron "La naranja mecánica"?
Bueno, así.

Murió Saul Bellow

¿Y ahora, quién podrá retratarnos?

Sunday, April 03, 2005

Dónde, el hilo

"Como escritor, busco crear un lenguaje que sea bello y preciso. Me interesa el aspecto material del mundo: describir el tiempo atmosférico, los rostros de la gente, la habitación que ocupa un personaje", dice el novelista neoyorquino Don DeLillo, autor -entre otras obras- de la excelente "Cosmópolis" (2003), entrevistado y al parecer además traducido por Eduardo Lago, en el Ñandú de ayer, offline. "Como escritor, me interesa explorar lo que el lenguaje no puede alcanzar".

Saturday, April 02, 2005

Addio, Jota Pe Due

Otro Juan Pablo muerto, Renzi, me dijo la última vez que hablamos (una cena de artistas en Rosario, a comienzos de 1991, en que se lo veía más vivo que una lechuga, digo, más fresco): "Yo firmaba JPRZ y mirá (mostrando su firma), se parecía a las siglas de Juventud Peronista Regional 2".
Adiós, J. P. II. Saludos a tu colega San Pedro. Nadie te contó un chiste argentino que de todos modos no hubieras entendido. Ni con la ayuda del Espíritu Santo que, al parecer (persona seria, anche divina) está para otras cosas.

soldaditos de chocolate

"...había un sobreviviente de Malvinas que andaba casa por casa buscando familiares de un amigo de él que se había muerto y, como dentro de la institución nadie se había hecho cargo de nada, él se había puesto en la tarea, pero no tenía datos, sabía sólo el barrio donde vivía y que su compañero jugaba rugby. Entonces andaba golpeando puertas preguntando si alguien conocía a ese chico."
Lucas Di Pascuale (Córdoba, 1968), artista, autor del CD interactivo "Chocolates argentinos".
FUENTES: Colsecor Revista. Proyecto Trama.

Me gusta que por fin se use la palabra "sobreviviente" y no "héroe" para hablar de esto. Indica un grado más alto de conciencia política. Quien narra el relato citado es alguien que no compró el discurso de los milicos. Alguien que no creyó la retórica de esa institución que, por otra parte, "no se hacía cargo de nada".
En la época del conflicto, Lucas era un adolescente de la escuela secundaria que tenía que mandarles chocolatines a los soldaditos. Yo tenía apenas dos o tres años más y sufrí la ausencia de algunos de los soldaditos de chocolate. Uno era el novio de mi prima. Fue algo así como Cromañón ahora, pero un poco peor. Estábamos aterrados, enojados y solos. Los viejos estaban contentos. Las calles estaban oscuras. Era para ahorrar luz: los milicos imitaban a los europeos de cuarenta años atrás en el ahorro de energía de tiempos de guerra. Era más un gesto moral que una acción práctica. Había también simulacros de oscurecimiento, de los que debíamos participar todos los civiles. El encargado de dirigirlas en mi barrio era el japonés medio tonto de la mercería, de quien se decía que había estado en la otra guerra y por eso había quedado "así".
Con mi novio una vez nos quisimos hacer pasar por ingleses en un colectivo, a ver qué hacía la gente. Pero nuestro inglés era tan malo que nadie reaccionó. Mi novio, que era un excelente dibujante desconocido de veinticinco años, rechazó un trabajo que lo hubiera sacado de la pobreza que terminó destruyéndolo. Tenía que dibujar caricaturas políticas para una revista. "Galtieri culeándose a la Thatcher, cosas así", le habián pedido. Prefirió el hambre. No el frío: logré regalarle un pulóver que mi mamá me había dado para los soldados. Él había hecho dos años de colimba, conocía de adentro la corrupción del Ejército Argentino y sabía que no les iba a llegar nunca. El pulóver era de lana azul marino, muy abrigado. Lo apodamos "el malvinero". Extendimos el apodo al polvo que nos podíamos echar cada vez que mis viejos se pegaban a la tele en blanco y negro a seguir los comunicados. "Es todo mentira", decía él. Yo estaba de acuerdo.
Qué se puede esperar de una dictadura, más que muerte y mentiras.

Friday, April 01, 2005

Literatura argentina: ¿un oxímoron?

Susan Sontag tenía razón. La empresa de la literatura, con miserias y todo, es mucho más válida que la mera expresión de un yo devaluado de antemano por la estadística.
En este preciso instante hay millones de bloggers baratos expresándose. Y nada hay que un blogger barato odie con tanta fuerza como las ambiciones literarias de los bloggers ambiciosos. O de los "literatos puros", por decirlo con una frase de Claudio Zeiger referida a esa rara avis que, según él, por estas pampas no se consigue más.
E infiero que el autor de la nota a Forn en el último Radarlibros creerá que no se debería conseguir, porque sus especímenes morirían por boludos, si es que ya no lo hicieron.
Pues yo diferenciaría entre el "literato puro" y el escribiente sin más.
Un expresivo salvaje no llega nunca a autor expresionista. Por más barroquismos que perpetre en nombre de la belleza o la novedad, está afuera del sistema literario (afuera de la "empresa"), pero no por estar sanamente al margen de las trenzas criminales de las políticas literarias, sino porque no ha leído literatura, o no incorpora estas lecturas a su obra. Así, su producción se pierde en el vasto campo del idioma, sin llegar jamás a ser una obra que se inscriba en el horizonte de lo legible como literatura.
Sólo un ingenuo podría arriesgarse a afirmar que la literatura no es una institución. Claro que hay que hacer algo más que escribir para estar "adentro" de esto. Hay que leer. Y no leer cualquier cosa. No hablemos ya de canon y de operaciones sino de lecturas. Distingamos entre lo urgente y lo importante.
No me extraña, Quintín, que Elvio Gandolfo haya estado a la cabeza del grupo entrista: conozco a algunos de sus mejores amigos rosarinos, quienes parecen haber nacido con un ariete bajo el brazo. Conozco también a algunos de sus ex amigos: calumniadores de tiempo completo, pensionados, rentistas, lo que se dice una raza provinciana. Pero, por otra parte, me emocioné con "La reina de las nieves", me desesperé con "En la salina", me divertí con "Boomerang". La concisión de la escritura de E. G. me formó, tanto como el humor delirante de sus conversaciones. Aprendo a escribir algo así como literatura leyéndolo y oyéndolo hablar. Si no lo sepulta el olvido, algún día ojalá lejano recordaremos a Elvio no tanto como el excelente escritor que ya es, sino como el aún más formidable escritor que empezó a ser, el que hubiera sido; contemplaremos con dolor su obra comida a medias por el tiempo y la energía que le robaron sus esfuerzos (imprescindibles, por otra parte) por ganarse un lugar digno bajo el sol.
Sí, los escritores tendemos a formar mafias, por la sencilla razón de que cada diez años se arma una que copa todos los espacios de reconocimiento y quienes quedan afuera, ya sea porque cayeron en desgracia con el caudillo o porque al caudillo no les gustó su cara de entrada, ¿qué hacen?
Fácil: organizan otra o mueren olvidados. Como decimos con mi amigo Guaterresistant, en esto o sos argonauta o sos troyano. No por nada, se me ocurre ahora, todo este lío empezó con un DAF contando una guerra. Homero, le decían en la polis.
Nos aterroriza morir olvidados.
O de hambre.
Pero esto es como el "problema" de los piqueteros. Qué horror, cortaron el tránsito, es lo primero que a uno se le ocurre. Lo que viene a la mente recién en segundo lugar, o no viene nunca, es: qué horror, los dejaron sin trabajo.
Ser de izquierda, si ser de izquierda todavía es algo, es pensar este segundo pensamiento. Es ir un paso más allá del horror moral. Ir incluso un paso más allá del horror ideológico que nos lleva a culpar vagamente al mercado y archivar el caso.
Preguntas:
¿Sólo es culpa del mercado que nuestra sociedad de los poetas vivos haya tenido que caer en el más deplorable estado de naturaleza, donde el plumífero es un lobo para el chupatintas? ¿El actual estado de este oxímoron de literatura argentina que tenemos es sólo culpa de la vanidad de una gentuza que pierde el tiempo haciendo algo tan idiota como garrapatear boludeces y encima aspira a la inmortalidad? ¿Y la educación? ¿Nunca nadie se preguntó por qué entre los intelectuales se usa como un insulto la palabra "escolar"?
Si tuviéramos una educación verdaderamente democrática, no seríamos la sociedad fascista que somos. Donde la autoridad puede contra la razón, el mediocre siempre encuentra un cargo público desde donde todo lo puede contra el talentoso, que se somete. Que, perversamente, se somete. Y mientras quienes no merecían la muerte prematura ni el olvido se entregan mansamente a la derrota para morir a manos del Otro, porque no pueden con su mortalidad ellos mismos, los mediocres justifican sus propias alianzas turbias y exclusiones injustas amparándose en su bienpensante horror a las inclemencias del mercado.
Léson uán: a un yanqui le cae un piano en la cabeza y le hace juicio a la empresa de mudanzas que no usó una soga como la gente. A un argentino le cae un piano en la cabeza y va al psicoanalista a tratar de entender qué hacía ahí, por qué justo pasaba: ¿doctor, doctor, cómo puedo ser tan autodestructivo?
Parece mentira, pero nuestro problema es que somos una sociedad demasiado ética. Cada uno se hace responsable y culpable de su propio destino. Por consiguiente, no hay red: no son posibles ni la tragedia (que implica un elemento de fatalidad, cierta voluntad divina, o el azar) ni la historia (constituida por hechos, no sólo por sujetos) ni la sociedad civil (donde las responsabilidades se reparten) ni la justicia (la idea de que las responsabilidades se reparten, y el modo de lograr que se repartan, lo que no es nada fácil), ni nada. Nada es posible. Sólo el mal.
Sólo bandas en el desierto, como en la saga Mad Max...