Saturday, July 30, 2005

Ofelia flota

(palabra clave: "aslant")



Ofelia flota en el agua con todas sus flores, con todos sus tesoros, con todas sus palabras a la vez: como ya no puede hablar, canta. Las palabras son cosas en sus bolsillos. Comida robada en los bolsillos de la que, sin boda ni banquete, flota. Dirá la reina que es el peso del agua lo que habrá sumergido sus vestidos. Señalará, la reina, el lugar de su caída: a la altura del sauce tuerto, resbalando en una ramita frágil, allí cayó, con sus guirnaldas. Hablará la reina del inútil espejo de las aguas, de cómo relumbró en ellas el envés color ceniza de las hojas del sauce. Emblemas de muerte en el ojo del agua que canta y no oye, manía lacrimosa en el ojo canoro del agua que no ve. Ofelia canta, como el arroyo, con una voz que es muerte pesada. La reina vestirá su tumba renga de flores dulcemente nupciales.

Ofelia cae

(palabra clave: "maimed")

Ofelia cae tres veces: de la rama del sauce al arroyo; de su flotar cantando corriente abajo por el arroyo, hasta el fondo de las aguas; del fondo de las aguas a su tumba; a su tumba suicida de rituales mancos y rengos donde al fin, en la furia de su hermano, su amante asesino logrará verse reflejado.

Friday, July 29, 2005

Te lo mato para el lunes

y si no, llamame a mitad de semana a ver qué novedades hay

¿Y si Hamlet le hubiera dicho que no al fantasma del padre?

¿Y si al espectro de un ser querido asesinado que nos mira fijo desde su eterna agonía, que nos persigue clamando venganza y nos quita el sueño, le decimos, como Bartleby el escribiente: "Preferiría no hacerlo"? ¿Si le explicamos que vengar su muerte, siquiera denunciarla, nos metería en un berenjenal formidable y no vale la pena hacer semejante sacrificio por alguien que -sí, sabés que te quería y que te quiero- ya está muerto? ¿Si nos asumimos como cobardes ante el rostro en llamas de aquel cuya ausencia es nuestra orfandad, y reunimos coraje, y le decimos que no? ¿Que si lo mato al tío -que si la mato a la mami- voy a ir en cana o al manicomio o a la horca y no a la Universidad, y acordate, papá, -acordate, abuelita- de cómo vos querías que yo fuera a Wittenberg? ¿Si le planteamos la realpolitik cristiana de perdonar al hermano -a la nuera- y le rezamos una misa para que se vaya al cielo de una vez, que es donde merece estar, y se deje de joder? ¿Si le proponemos que se conforme con saber que el asesino sabe que yo sé, pero no sabe que he decidido no hacer nada al respecto? ¿Que vivirá esperando mi venganza y nunca estará tranquilo/a? ¿Que cuento con que enloquecerá de culpa y de terror?

Una escena argentina -fuente: Página/12-: Galtieri lavando el coche. Lo ve gente de H.I.J.O.S. Él no los ve. Lo tienen a tiro, lo pueden matar si quieren. Sienten el tirón, la tentación. Se abstienen, como se abstuvo de matar Hamlet a Claudio cuando lo encuentra rezando y se pierde la oportunidad histórica de apuñalarlo por la espalda: no lo quiere mandar al Cielo. Acaso lavar el coche sea una forma contemporánea de la plegaria.

Pero parece que es preciso atravesar un duelo así para constituirse como sujeto deseante. Todos estos nuevos reclamos de justicia: Blumberg, Cromañón, y van... Gente que estaba vegetando en su casa hasta que le mataron a alguien. Devienen deudos que son impulsados a la acción por un muerto sin paz. Equivocados o no en lo que piden, sus vidas cobran ímpetu tras el dolor.

¿Y si se resistieran? ¿Si inscribieran el mandato como un gran "NO"?

Los hijos apropiados que prefieren no buscar a sus familiares de sangre. Los hijos de árabes bombardeados por Bush que optan por NO tirar bombas. Los hijos de judíos que se cristianizan el apellido y se olvidan del Holocausto y se asimilan. Los sobrevivientes de familias disfuncionales que crecieron viendo a sus parientes esquilmarse, difamarse, fraguarse diagnósticos falsos, privarse ilegítimamente de la libertad y empujarse a la muerte por trastorno psicosomático entre sí, y prefieren convencerse de que nacieron de un repollo. Los hijos de sobrevivientes de la masacre armenia que prefieren hablar de otra cosa. ¿Qué pasa en la mente de esas personas?

¿Les funciona la omisión como un acto, como una venganza que dispara más venganza aunque no haya sido consumada? ¿Cómo paro de hacerme cargo de que el deseo arbitrario de un tirano fue mala ley y destino trágico para aquel que me sostenía? ¿Cómo pasar del ME la mataron al SE murió? ¿Cómo se sustrae uno a la cadena de vengadores? ¿Cuánto cuesta cumplir el "no matarás"?

"Usted queda en cualquier lugar, en ningún lugar", me dijo un analista. Dicen sus colegas que ese analista no era bueno. El lugar, ¿no es acaso el propio? Quedo en un lugar, el mío... sí, y ¿contra qué?

¿Quién me funda, si no es ese fantasma terrible?

Tuesday, July 26, 2005

Ofelia, por Millais



Update: Ofelia por Shakespeare

GERTRUDIS.- Hay un sauce que crece y se tuerce sobre un arroyo, en el espejo de cuyas ondas muestra sus hojas grises; hasta ahí llegó ella, adornada con fantásticas guirnaldas de ranúnculos, ortigas, margaritas y esas largas púrpuras a las que los pícaros pastores dan un nombre más grosero, pero nuestras castas doncellas les dicen dedos de muerto. Ahí, al trepar ella sobre las ramas salientes para colgar sus coronas de hierbas, una ramita frágil se rompió; entonces sus trofeos silvestres y ella misma cayeron al arroyo lacrimoso. Sus ropas se extendieron en torno a ella, y, como a una sirena, la llevaron flotando; entretanto ella iba cantando fragmentos de canciones antiguas, como si fuera incapaz de hacerse daño, o como una criatura nacida y crecida en aquel elemento: pero no pasó mucho antes que sus vestidos, pesados de tan embebidos en agua, arrastraran a la pobre infeliz desde su melodioso yacer a la barrosa muerte. (Hamlet, acto IV, escena 7. Trad.: B. V.)

Saturday, July 23, 2005

Dánica dorada

Catarsis, se llamaba. Todo lo que duele, parece, tiene un nombre griego (responde una sobreviviente del Holocausto nazi en una novela de Isaac Bashevis Singer, "Enemigos, una historia de amor", a la pregunta de su amante de por qué no ve a un analista: todo lo que va a poder hacer un analista con lo que yo le cuente es ponerle nombres griegos) y catarsis es el nombre de lo que me pasa con esta mina, perdón, con este personaje de la tragedia dánica, la dulce Ofelia.
Me acordé ahora con los bronquios menos irritados y más oxígeno en el cerebro.
Pesadilla de por medio, obviamente.
Ah, y todo lo que da miedo tiene nombre alemán: Torschlusspanik, Schauenfreude, Unheimlich, Lebensraum; que te recontra, por las dudas.
No veo la hora de terminar este trabajo así me pongo a buscar trabajo.

Friday, July 22, 2005

Ofelia

En su novela "Pájaro de celda", Kurt Vonnegut apodó "las Ofelias" a cierto tipo de sobreviviente femenina de la segunda guerra mundial en Alemania: joven, hambrienta, pasada de dolor, presa de una especie de euforia del vacío. Deben haber sido algo casi insufrible. El protagonista cuenta que se casó con una de ellas.

Yo no soporto a Ofelia. Es extrema la crueldad de su ironía dramática: tiene todos los motivos para llorar, y canta como un pajarillo. No puedo toser y traducirla al mismo tiempo. Estoy lidiando desde hoy con los efectos colaterales de la cortisona y con su demencia rimada. Esa idea de hace 400 años atrás de que la verdad era dicha por boca de los locos... Shakespeare pertenece a una época que escuchaba a los locos. A las locas, muy especialmente. No eran histéricas, ni manipuladoras, eran seres que sufrían. Los reyes, en Hamlet, escuchan el dolor de Ofelia. Dolor en lugar del duelo, de las exequias negadas a su padre asesinado por un capricho y porque en algo andaría, escuchando detrás del gobelino... A ella la escuchan. Sus cancioncitas. Infantiles. Patéticas. Donde además manda al frente a todo el mundo. Al final de la escena reparte yuyitos. Se supone que lleva flores en el pelo, que toca un laúd. Una hippie flower power en pleno siglo XVII. Una familiar de una víctima. Una masa de dolor vivo. Y cantando. Encima.

Thursday, July 21, 2005

Imaginate...

...levantar el tubo del teléfono y encontrarte con una voz grabada que diga:

"La compañía teatral telefónica Shakespeare os informa que la persona con quien vos estáis tratando de comunicaros no sólo no existe en absoluto, sino que es una creación de vuestra mente trastornada y afiebrada. Para mayor información, oprimid la tecla cuyo signo es el estelar y numinoso asterisco; si deseáis salir, os rogamos gentil y majestuosamente pulsar la tecla numeral. En nombre del Cielo, gracias".

Wednesday, July 20, 2005

Y dale con las fechas

Perdón, es casi escolar ya esto de postear una efeméride o festividad cada día. No sé, a lo mejor debería hablar de otra cosa. Pero hoy es un día que en Rosario, y tal vez en Buenos Aires también, tiene como una luz y una lentitud particulares: chicas adolescentes que se juntan en el McNoland's (sic), adultos que compran whisky o bombones en el supermercado, chisporroteo de celulares, gente que no es amiga tuya y te llama igual para saludar, porque ya estamos grandes para preguntar: "¿Querés ser mi amiga?". Todo bajo un solcito de vacaciones de invierno que acentúa el efecto oxímoron, porque la verdad que esto de festejar el día del amigo en una sociedad destrozada es una especie de apuesta loca por esa palabra gigante, humanidad.

Como dice el dicho, más solo que... (llenar con el nombre de tu peor enemigo) en el día del amigo. En honor de mis lectores (para que festejen con los suyos), y para mis pocos -pero buenos- amigos y amigas, va esta perlita que me traje del laburo:

HAMLET (a Horacio).- No, no creas que te adulo. (...) No, que la lengua almibarada lama la ostentación absurda, y la rodilla tuerza sus maleables bisagras donde el regalo recompense a la lisonja. ¿Me oyes? Desde que mi amada alma pudo elegir de quién ser amante, y distinguir a los hombres entre ellos, con su elección te ha sellado para sí. Porque tú has sido como quien, al sufrirlo todo, nada sufre; has sido un hombre que a la Fortuna las bofetadas y los premios se los ha agradecido por igual. Y benditos aquellos cuyo temperamento y juicio se conjugan tan bien, que no son entre los dedos de la Fortuna una flauta donde ella pueda hacer sonar cualquier agujero que se le antoje. Denme un hombre que no sea esclavo de sus pasiones, y yo lo llevaré en el centro de mi corazón; sí, en el corazón de mi corazón, como lo hago contigo. (William Shakespeare, "Hamlet", Acto III, escena 1. Trad.: B. V.)

Monday, July 18, 2005

AMIA / IWO (julio 18, 1994)

Hace exactamente once años atrás, estaba comiendo un plato de lentejas en una fonda de San Telmo, barrio a donde me había mudado hacía unos meses luego de vivir otro tanto en Córdoba y Azcuénaga, y de donde estaba por mudarme rumbo a Almagro. Levanté la vista al oír: "Fue como cuando dinamitaron el Alberge Warnes, tal cual". Una chica, en pantalla de la TV en blanco y negro del lugar, lloraba y relataba una historia increíble: habían puesto una bomba en la AMIA. Desastre total en mi antiguo barrio, vidrios rotos por todas partes. Cuando, después de un mes en Almagro, volví a Córdoba y Azcuénaga, mis vecinas me contaban que habían visto a los socorristas llevar cuerpos vivos y muertos hasta el Hospital de Clínicas durante horas y horas. Me contaron que la vereda y la plaza Houssay estaban llenas de sangre. La TV, que yo por entonces miraba en los bares, no habló de otra cosa en semanas. El repudio al atentado era masivo, no como ahora que parece haberse convertido en un asunto exclusivamente judío. Por esos días, en el Buenos Aires Herald justo teníamos en parrilla mi reseña de la versión castellana por César Aira de "Maus" de Art Spiegelman. Me preguntó Julio Nakamurakare si quería reescribir mi nota agregando algo en repudio al atentado. Como el escribiente Bartleby, preferí no hacerlo. Y de esa omisión me arrepentí muchísimo unos años después. No tenía motivos ideológicos para no hacerlo: sencillamente, no sabía qué decir, porque nunca antes me había visto ante una situación así. En realidad, ninguno de nosotros se había visto antes ante una situación así.

Hoy (véase Londres) nos parece casi normal.

Dos años más tarde, reaccioné y traté de ayudar. Duré un día como voluntaria de la reconstrucción del archivo del IWO, y aguanté una semana antes de derrumbarme emocionalmente (y tener que preferir no hacerlo, una vez más) como voluntaria de la muestra del IWO en la Biblioteca Nacional. Alcancé a enmarcar algunos afiches reconstruidos, a hacer un par de guardias. Alcancé a ensobrar algunas invitaciones. Vi un violín -perfecto, delicado- salvado de los escombros, reconstituido íntegro hasta el último bello detalle. Era la única no judía del grupo. Fue mucho más lo que recibí, que lo que di. Aprendí de Ester Swarc, la incansable coordinadora del equipo de rescate y de restauración del archivo del IWO, una lección de vida que siempre trato de retransmitir. Ester nos enseñó que resurgir de las cenizas es posible. Casi todos los voluntarios y voluntarias de la reconstrucción del IWO de más edad eran hijos de sobrevivientes de los campos de concentración nazis. Una de ellas me mostró un pedazo de mampostería que era como un témpano arrancado; había pertenecido al dintel de la puerta. "Justo falté a trabajar ese día; o esto me hubiera caído en la cabeza", dijo. Otro de ellos dijo, una tarde: "No necesito visitar la tumba de mi padre. Mis manos son iguales a las suyas, y siempre lo recuerdo cuando me miro las manos". Muchos de los libros reconstituidos desde sus fragmentos llevan dos sellos azules: son los libros salvados dos veces, del exterminio nazi en Europa y del terrorismo internacional islámico y la complicidad estatal argentina en Buenos Aires. Me acuerdo de cuando pegamos las direcciones en los sobres: muchas eran de oficinas de los oficiales de la Policía Federal. Se insistió en invitarlos. No recuerdo si fueron.

No recuerdo los nombres de nadie del IWO, salvo el de Ester Swarc.

Saturday, July 16, 2005

Las dos Shézicas

Había una vez dos Shézicas: Jessica y Yésica. Jessica tenía 27 años, Yésica 24; Yésica tenía tres hijos, Jessica ninguno; Jessica tenía un sueldo de maestra, Yésica un plan Jefas de Hogar de ciento cincuenta pesos al mes; Yésica tenía un televisor, Jessica también; Jessica tenía una videocassetera y era socia de un video club, Yésica no; Jessica tenía una mutual del Estado que le permitía pagar consultas médicas y remedios en caso de necesitarlos, Yésica no; Jessica tenía un amigo que era juez, Yésica no.

Ocurrió que un día la hija mayor de Yésica, una niña, estaba en la puerta de su casa con hambre y frío. Jessica se compadeció y la llevó a su casa. Le dio de comer, le dio un baño caliente, le brindó atención médica y le dejó ver varias veces "Buscando a Nemo". Jessica durmió, Yésica no. Yésica fue a denunciar la desaparición de su hija, pero tardaron un día en tomarle la denuncia. Jessica habló con su amigo el juez y el juez le dijo que si nadie la reclamaba, que se quedara todo el fin de semana con la niña. El lunes, las tres fueron al juzgado. La niña volvió con su mamá Yésica, pero Yésica tuvo que explicar ante jueces, asistentes sociales, abogados y periodistas que ella no era una mala madre. Que se preocupaba por sus hijos y que se ocupaba de ellos, en la medida de sus posibilidades. Es decir, de sus ciento cincuenta pesos mensuales. Otorgados por el Estado. Por ese mismo Estado que ahora la sentaba en el banquillo del acusado, interrogándola públicamente para averiguar si era una mala madre o una buena madre. A pesar de su escasa instrucción y del profundo miedo de que le quitaran la tenencia de su niña, Yésica mantuvo la calma ante las cámaras de la prensa que publicó su foto en el diario y su cara en la televisión, y con palabras sencillas y voz firme logró convencer a los funcionarios del Estado de que sus hijos estaban en buenas manos, porque estaban donde debían estar, donde correspondía que estuvieran, donde más amor recibirían: estaban con su madre.

Todo esto sucedió en un país y en un tiempo en que el único delito era ser pobre.

Friday, July 15, 2005

¡Gracias!

Tengo que contestar unos cuantos emails que he recibido últimamente, todos provenientes de gente que ha leído este blog o algún otro texto mío en Internet, y que me saludan con admiración. Esto es algo que me pone muy feliz y además me sitúa de otra manera frente a la vida, un leve ascenso del ánimo debido a lo que en otros tiempos se llamaba gratitud.
Ya los contestaré. Por ahora va esta sonrisa:
:)
y esta otra:
(:
Y sigo trabajando. Ya tendrán más noticias.

Thursday, July 14, 2005

El simple arte de postear

What can I do to get people to realize how everything is connected? (Joe Duncan, "Blogging The Fifth Nail")

¿Cómo será la novela policial del siglo XXI?
¿Cómo es -en la vida real- el blog de un asesino?

http://fifthnail.blogspot.com.ar/


Wednesday, July 13, 2005

Londres

Como le dije hoy a Edgardo, las ideologías nos dividen a todos. No solamente entre nosotros, sino que a muchos nos parten al medio. Muchos hijos del siglo XX andamos como fantasmas con un hacha clavada en la cabeza, medio hemisferio católico nazi y medio hemisferio judío marxista, y justo la parte del medio, el lóbulo de los afectos, lo cerval profundo de los instintos que nos unirían más allá de las diferencias, o se volvió neoliberal y se consagra a que las industrias le alimenten todos los vicios, o sangra del hachazo. Después, el tiro de gracia es cuestión de azar. Pero el mundo no se convirtió en ruleta rusa de un día para el otro. Vivimos sumidos en un horrible sueño, que fue vigilia para los modernos de antes, y las que para ellos fueron guerras calculadas y conscientes, hoy son pura destrucción.

Nos salvará la lucidez de pensar y poder decir lo que pensamos. Apostemos a eso.

Sunday, July 10, 2005

semejanzas y diferencias

Vengo de ver "La caída", esa excelente película alemana que refleja con tanta fidelidad el clima que reinaba (y reina) en mi casa a fin de mes; y como me pasa cada vez que veo una película sobre el nazismo o sobre el fascismo, tampoco esta vez pude dejar de reconocer, en el discurso demencial de los personajes, esquirlas de nuestro sentido común nacional. Muchas de las frases que pronuncia en la película Goebbels, todo ese rollo tipo "no les tengo compasión, sufren porque eligieron su destino de sufrimiento" se las oí decir a minas pitucas de Psicología en el bar El Cairo, cruzando las piernas enfundadas en medias can can negras y tirando una seca del Virginia Slim como si estuvieran pronunciando perlas de la sabiduría más excelsa; y no digo esto para banalizar a Goebbels sino al contrario, para darme la cabeza contra la pared de cemento del bunker una vez más pensando qué nazis, qué nazis, qué nazis de mierda que somos los argentinos. Siempre se me olvida y siempre viene algún cineasta alemán a recordármelo.

Las semejanzas se terminan cuando baja el telón sobre el último acto del drama con actores (Bruno Ganz logra que ahora cada vez que veo una foto de Hitler diga ¡pero cómo se parece a Bruno Ganz este tipo!) y la imagen pasa al granulado del video documental. Ahí está la ex secretaria del Führer Traudl Junge, ya muy old, diciendo: "Yo me lo perdonaba, pensando que era joven, que yo no sabía...". Hasta ahí, Argentina 1983. Pero luego su expresión cambia. El habla se le hace más lenta. Y recuerda su encuentro con la placa recordatoria en homenaje a una partisana caída en la resistencia anti nazi. "Tenía mi misma edad", recuerda Traudl. "Comprendí entonces que ser joven no es una excusa, no libra a nadie de responsabilidad".

Como siempre, la realidad aparece cuando nos ponemos a sacar cuentas.

Tuesday, July 05, 2005

idea retrofuturista

En el 2025, lustro más, lustro menos (menos, que se te gasta el Brasso), mi zona conocida de Internet (ciertos ínfimos sectores de Blogger y aledaños) va a ser un gran desván donde subiremos a buscar cosas, y de paso nos encontraremos con otras cosas. Un poco como cuando una se zambullía en los estantes más altos del ropero tras unos cuadernos de poesía de la adolescencia y ahí estaban también la placa de farmacéutica de abuelita, la estampita de primera comunión de mi hermano, los guantes de cabritilla de la tía Elba y todas cosas así. Y mamá decía: "Uy, esto es de cuando se casó Ana María". Y mi prima Ana María ya tiene varios hijos, y mi madre se quedaba pensando vaya a saber en qué. Y ese momento de distracción nos daba un respiro frente a los afanes (qué palabra sacada de un desván, afanes, en el sentido de trabajos y preocupaciones, no en el sentido de robo) del presente. Esos espacios ya no existen más en una casa, o existen pero no son colectivos, son individuales. Y duran poco, en cualquier caso, más que nada por las obvias razones que son del dominio público.

A veces aparece algo que justo sirve: hoy entré en Kaputt y me topé en un poema de Guillermo Piro con la palabra "armiño", que me vino casi literalmente al pelete en una traducción de un texto del siglo XVII (texto que tiene una escena muy parecida a la del poema de "Will" Piro) para describir la barba de un rey ("a sable silver'd").

Blogger, en el futuro, va a ser como ese rincón polvoriento de la memoria familiar.

Sunday, July 03, 2005

Carta al tabaco

"Parece que el más antiguo ritual de los hombres, asar la carne, tiene plena vigencia: fumar es quemar carne." Fernando De Gregorio, "Carta al tabaco"

Friday, July 01, 2005

Norep, el gran cadáver

Hace una humedad pringosa, espantosa.
No tanto como la que hizo el 1 de julio de 1974, que encima hacía frío y lloviznaba.
Me acuerdo del televisor en blanco y negro encendido todo el día con esa cámara fija sobre un cadáver, vaya redundancia. El cadáver era el de Perón (nada de "presidente", "Pocho", "dictador" ni nada; en casa lo llamábamos sencillamente así, con lo mínimo, el apellido: Perón) y había que verlo muerto: era duelo nacional y no había otra cosa que hacer más que mirar pasar el cortejo de saludos (me acuerdo especialmente del saludo de Balbín, que nos impresionó porque sabíamos que era un radical, un adversario; "el chinito", le decía mi hermana). En todas las casas sonaba esa voz eléctrica y destemplada de la cadena RAE nacional, nombrando a cada uno de los que cumplían con el rito de la despedida.
La escena era la de la rigidez de lo Oficial, con O mayúscula: rigor mortis, plano congelado, voz con estática. Algo pesado y denso venía a través de los rayos catódicos como un rayo láser de otro planeta, y nos paralizaba.
Para los peronchos era una tarde de mate, llanto y tortas fritas. Mate y tortas fritas, lo que equivale a decir, como escribió Rodolfo Kusch: el mero estar.

Argentina.
Somos todos un gigantesco cadáver plateado.