semejanzas y diferencias
Vengo de ver "La caída", esa excelente película alemana que refleja con tanta fidelidad el clima que reinaba (y reina) en mi casa a fin de mes; y como me pasa cada vez que veo una película sobre el nazismo o sobre el fascismo, tampoco esta vez pude dejar de reconocer, en el discurso demencial de los personajes, esquirlas de nuestro sentido común nacional. Muchas de las frases que pronuncia en la película Goebbels, todo ese rollo tipo "no les tengo compasión, sufren porque eligieron su destino de sufrimiento" se las oí decir a minas pitucas de Psicología en el bar El Cairo, cruzando las piernas enfundadas en medias can can negras y tirando una seca del Virginia Slim como si estuvieran pronunciando perlas de la sabiduría más excelsa; y no digo esto para banalizar a Goebbels sino al contrario, para darme la cabeza contra la pared de cemento del bunker una vez más pensando qué nazis, qué nazis, qué nazis de mierda que somos los argentinos. Siempre se me olvida y siempre viene algún cineasta alemán a recordármelo.
Las semejanzas se terminan cuando baja el telón sobre el último acto del drama con actores (Bruno Ganz logra que ahora cada vez que veo una foto de Hitler diga ¡pero cómo se parece a Bruno Ganz este tipo!) y la imagen pasa al granulado del video documental. Ahí está la ex secretaria del Führer Traudl Junge, ya muy old, diciendo: "Yo me lo perdonaba, pensando que era joven, que yo no sabía...". Hasta ahí, Argentina 1983. Pero luego su expresión cambia. El habla se le hace más lenta. Y recuerda su encuentro con la placa recordatoria en homenaje a una partisana caída en la resistencia anti nazi. "Tenía mi misma edad", recuerda Traudl. "Comprendí entonces que ser joven no es una excusa, no libra a nadie de responsabilidad".
Como siempre, la realidad aparece cuando nos ponemos a sacar cuentas.
<< Home