Wednesday, June 29, 2005

The rest is silence

En mi tumba tengo vercos (sic)

Hoy estoy de buen humor: no tosí, nuevamente creo que puedo pasar de los cincuenta, en mi imaginación la muerte ha vuelto a ser esa cosa lejana.
Hoy, no sé porqué justo al sacar la tarjeta magnética de la máquina del colectivo, me acometió una certeza: "The rest is silence" (las últimas palabras de Hamlet) no significaban originalmente "el resto es silencio". Ese "rest" significa descanso, no "resto". Me senté junto a la ventanilla y empecé a pensar a qué sentido sonaba "the rest is silence" en los oídos de un inglés del siglo XVII. Sonaba, seguramente, a distorsión de la fórmula tradicional de bendición a los muertos: "rest in peace". Claro, el dispositivo del personaje loco, en la época de Cervantes y de Shakespeare, era la coartada para permitirse el disparate, la parodia, el desvío, la "desautomatización" (Chlovski), el "foregrounding"...
Mientras miraba mi reloj y levantaba la vista para ver pasar los carteles anticuados de la zona sur pensé también que solamente los poetas y los locos se escriben (o pronuncian, como Hamlet) sus propios epitafios.
En Rosario, el poeta vagabundo y loco Cachilo murió de frío en la calle junto a una tapa de caja de pizza donde había escrito, en crayones de colores:

"Cadáver resto.
Disculpe si molesto."

Llegué a mi antigua casa y mi inquilina me puso al día de los trastornos del lugar. Hay humedad. Hay dos fantasmas. Uno de los fantasmas es bueno. Ella es la segunda que lo ve. Sin que yo les sugiriera nada, sin ponerse de acuerdo entre sí ya que nunca se conocieron, ambos videntes lo apodaron igual: "Es tu abuelo", me dicen. La otra "presencia" es la de una mujer, joven, bella, morena, de rasgos criollos levemente aindiados. Una mujer fue asesinada en esa casa, por su marido, a principios de siglo. Yo no le había dicho nada a mi inquilina para no sugestionarla. Pero parece que no hicieron falta presentaciones.

Recién ahora, casi a las dos, me pongo a blogudear y me entero de que Gus Nielsen quiere estos versos de un poeta chino (autor de su propio epitafio) en su tumba:

"¿Quién pensará en mis vergüenzas
dentro de diez mil años?
¿Quién pensará en mi gloria?
El único pesar que traigo de la vida
es no haber bebido suficiente vino.”