Saturday, April 29, 2006

posdata

(pero si te llega a pasar algo, yo no tuve nada que ver)

¿Maldije? Dije mal. No existen ex amigos.
El amor al amigo es una droga dura: es de por vida.
"Ustedes están condenados uno al otro", dijiste, y te reías.
No.
"Estamos condenados uno al otro".
Eso creo recordar que dijiste, y te reías.
O quizás era: "Estás condenado a mí".
Y te reías.
O no; no sé.
Ya no recuerdo qué dijiste, o a quién se lo dijiste.
Pero recuerdo la palabra "condenados", y recuerdo tu risa.
Recuerdo mi vida de entonces como si fuera de otro.
Recuerdo un traje gris a cuadros que tenía.
Hay ex esposas; existen ex convictos.
Pero no hay ex amigos, como tampoco hay ex asesinos.
Ni el amor ni la condena son eternas.
Pero sé de amigos que se aman como quien mata.
Es decir: como quien mata para siempre. Así.

Monday, April 24, 2006

veranillo

Déivid hoy aprovechó el veranillo para limpiar y acomodar el corralito de los cuises. Les puso un cartelito de la Virgen de Luján que encontró en la calle, clavado en una de las maderas.
La verdad, que mucha protección mística no necesitan. Nadie piensa comérselos, no al menos mientras las traducciones (mías, suyas y de ambos; no de los cuises) sigan dando sus frutos.
(¿Cómo hago para no tener que tipear "Heathcliff" a cada rato sin recurrir a engorrosos expedientes como el artesanal copypaste y sobrescritura, o el lento Trados? Si programo un autotexto, va a saltar el nombre del héroe/villano cada vez que nombre el brezo, heather, que también abunda por esos páramos brontesianos que estoy traduciendo al castellano de la pampa.)
El que sí tiene un problema metafísico es mi gato. Se aburre si no puede jugar con los cuises, pero para poder jugar tiene que esperar a que los cuises invadan el estudio.
Ahí el juego, al gato, se le acorta mucho: los corre, y ellos enseguida huyen para la pieza de Déivid, donde tienen su corralito con servicio de catering de lechuga, acelga y alfalfa las 24 hs.; si mi gato los quiere seguir hasta ahí, es expulsado de inmediato por Déivid, que no le perdona las meadas de colchón del invierno pasado.
(Desde una perspectiva antopocéntrica la comida, en el idioma cuis, es Jujuy: cuando tienen hambre, a la hora que sea, empiezan: ¡Jujuy! ¡Jujuy!)
Déivid está convencido de que puede educar a mi gato para convertirlo de cazador en pastor. Es decir, llevarlo del Paleolítico al Neolítico, a fuerza de voluntad. Es como las maestras norteamericanas que trajo Sarmiento, ese nivel de optimismo. Yo me opongo rotundamente a los métodos victorianos (léase: papirotazo con el Radar) que Déivid quiere usar con mi gato. Mi teoría laissez-faire, más propia de la pedagogía moderna del siglo veinte, es que el gato pasará de cazador a pastor sencillamente por defecto, es decir, que será pastor porque no le quedará más remedio, mientras sus presas sean más rápidas que él y no alcance a cazarlas.
El caso es que su instinto de caza, como ya lo describí, viene siendo cooptado por nuestros intereses, que se resumen, en parte, en la siguiente consigna: "cuises, al corral".
El problema es que, además, yo quiero que mi gato juegue. Por él, y porque me divierte el show de Tom y Jerry en vivo que tenemos en casa. Encima, mi gato es muy parecido, en el color del pelaje, al gato Tom.
Ahora está en su almohadón del comedor, durmiendo.
Pobre mi gato, que cuanto mejor juegue, menos juega.

Friday, April 21, 2006

Dafne

soliloquio

(a Hugo Padeletti)


Ser verde en el invierno,
ser brisa y ser azul,
deprisa:
que padre río me transforme en árbol.

Debo espejar lo eterno en el instante
del brillo,
ser la cava del grillo:
que padre río me transforme en árbol.

Entre las hojas el trueno al sol murmura;
yo huyo en la espesura.

No quiero ser la cosa
que un dios rapta y destroza
y durar como resto:
dadme al pesto.

Que padre río me transforme en árbol.
Sólo existir apenas,
floral, obscena sombra de la gloria
en una vana frente. No la afrenta
de Apolo.

Prefiero vegetar, vegetalmente.
Que sea sueño toda mi memoria.

Tuesday, April 18, 2006

Calabria, Calabria...

La familia
hay que reunir...
Una cuenta
hay que pagar...


SCRAPS, "Sicilia"

Cual una de esas bombas atómicas que se hacen estallar adentro de una caja de cemento y no matan a nadie, así la energía de mi madre se viene canalizando por estos días como entusiasmo y alegría por el Gran Acontecimiento de pasado mañana: declaran ADPM (Artista Distinguido Post Mortem) a mi abuelo Erminio Blotta, QUEPD.

Los detalles del caso están en esta nota, donde cuento cómo, gracias a otra nota de los rosariodosinos (1), el concejal Horacio Ghirardi y su asesora Lorena Farías elaboraron un proyecto para saldar al fin el reclamo y aplacar la ira de mi honorable antepasado. Que era anarquista, pero... ¿quién no tiene sus contradicciones?

Esto sí, parece el autobombo con banda militar municipal y todo; pero no, no, no se me malinterprete, por favor. Los protagonistas del evento van a ser sus hijos, no sus nietos ("Por fin las dan algo, che... nunca recibieron nada del padre...", "y viceversa", me retruca Déivid, pariente político.)

Y ahora que il spiritu d'il nono descansará in pace, aprovecho para declarar, por mi parte, que a sus ilustres genes artísticos los ha heredado mi hermano Luis Vignoli, fotógrafo, enlaces a cuyo blog y sitio web acabo de añadir al blogroll de este blog.

Pagadas estas deudas, me desligo de toda obligación de alcanzar gloria, fama y afines, y procedo a dedicarme de ahora en más a la cría de cuises con mi gato pastor y al cultivo del género policial en mi amable retiro atopiano.

Sobre el estado de los cuises, que evolucionan favorablemente hacia condiciones de gordura y voracidad incontrolables (Déivid no alcanzó a terminar de leer El tambor de hojalata que ya le morfaron la tapa, menos mal que no empezaron por el final) seguiremos informando por este medio desde nuestros estudios de la calle Holmberg.

NOTAS
(1)= rosarigasinos de Rosario/12, o mejor dicho, Atopia/12; el copete editorial de la nota de enero donde figura la palabra "deuda" es obra de Fernanda G. Cortiñas.

(2) Sacamos los comments sólo por hoy.

Saturday, April 15, 2006

ADVERTENCIA AL LECTOR

Es verdad que somos bastante tontos. Debido a eso, una ínclita tozudez nos impulsa por el camino trillado de la productividad silvestre. No obramos milagros. No pretendemos engañar a nadie. Todo lo que decimos es: hay alguien aquí. No importa quién, aquí hay alguien que llena su tiempo libre dejando constancia escrita del hecho de que un fulgor amarillo enciende las ramas de los fresnos de la plaza que alcanzo a ver desde mi ventana, a mi derecha, esta tarde. Que el cielo está bastante limpio salvo por una nube que pronto, predeciblemente, virará del bermellón al rosado.
Etcétera.

Toda esta información es irrelevante.
Después no diga que no le avisamos.

Friday, April 14, 2006

cybercondría (leve...)

Como desde ayer tengo banda ancha, y encima es feriado largo (tirando a interminable), puedo (cuando no tengo alguna idea que agregar al libro nuevo o a este blog), entregarme sin culpas al vicio de navegar páginas web del tipo: "¿Qué es el estrés postraumático?", "¿Qué es el Síndrome de Ansiedad por Disrupción"? o "¿Cómo prevenir el acoso moral en el trabajo?" (Nota especialmente útil para consultar cuando los únicos dos laburos que tenés son a distancia, por e-mail, en los dos te tratan re bien, y del laburo donde te trataban mal ya huiste hace mucho).

Me he llevado cada sorpresa. Hay un foro, por ejemplo, donde predominan testimonios de este tenor: "Trabajo 15 horas diarias, 6 días a la semana. Me duelen la cabeza, la espalda y el estómago, y estoy muy irritable. ¿Qué medicación debo tomar?". O: "Trabajé jornadas de 20 horas los últimos 2 años, sin francos, y hace 6 meses me echaron por bajo rendimiento. Me deprimí. Me quise matar. ¿Seré nomás una inútil?".

Se leen historias de vida muy parecidas en las notas sobre mobbing. Una médica, por ejemplo, se queja de que su jefe le tiraba cada tanto una pinza de fierro por la cabeza, mientras laburaba suturando a un herido, y se termina preguntando en qué falló. "Lo sacábamos a tomar un café, le decíamos que lo que hacía estaba mal, nos pedía disculpas... después lo volvía a hacer". Doctora, ¿no tienen Tribunal de Ética en el Colegio de Médicos? ¡Ma qué cafecito ni qué ocho cuartos, denúncienlo a ese hijo de mil putas!

La misma sensación tuve al oír los relatos del grupo de autoayuda. El sufriente se hace cargo y el terapeuta se hace cómplice. Ambos se deleitan en el uso de palabras y frases como "enfermedad", "más débil" o "particularmente sensible". Se supone que en alguna parte existe una manada de bueyes bípedos, con pulgar opuesto, posición erguida y uso del lenguaje articulado y simbólico, que se pliegan sin problemas a las más descabelladas exigencias sociales y entonces el enfermo es uno, uno que no puede laburar 20 hs.: "doctor, déme algo, así aguanto"; "soy demasiado humano"...

Me reconozco en todos estos relatos en un sentimiento: la culpa de no aguantar, cuando otros sí aguantan. Algo parecido a la culpa de vivir, cuando otros mueren.

Monday, April 10, 2006

"sin embargo estoy aquí"

Consulté cuatro horóscopos esta mañana y en todos me sale que hoy no "voy" (es decir, que nadie nacido entre el 22 de enero y el 21 de febrero va) a tener ganas de hacer nada.

Vaya noticia. Es lunes. Laburé el domingo. Zafé de laburar el sábado (excusa: lluvia) pero con culpa. Había (desapareció) una fuerza que me impulsaba, una desesperación por recuperar mi valor, una pulsión accionista: producir sin parar, pujar para levantar la cotización de mis acciones. Ser madre de mí misma. La vigilia perpetua de navegar en un barco que tiene un agujero en el fondo, ese agotamiento febril que transmite Conrad en "The Heart of Darkness". Dormís y te hundís. Algo pesadísimo se empecinaba en devaluarme, en tirar de mí hasta el fondo del río. Había que remontar un daño, reconstruirlo todo a partir de las ruinas. Había que mantenerse en carrera. Remontar un handicap. Correr más fuerte que los otros por haber arrancado al mismo tiempo, pero desde antes de la línea de largada. Había algo que corregir, como sugiere Franzen en su novela.

Ayer con la gente de la Municipalidad le regalamos a Ivana una remera que decía "Sin embargo estoy aquí".

A todos los antologados en "De las sombras a la luz" les regalamos esa remera. Es la remera perfecta para alguien que llega tarde y que ya agotó todas sus excusas. Quiero ponerme esa remera. No me puedo imaginar cómo nos hubiéramos sentido los de mi generación si a los 24, si a los 30 nos hubieran regalado una remera así. Les obsequiamos semejante invitación a delegar responsabilidades en la Historia, justo a estos pibes que son la seriedad y el hacerse cargo encarnados. Se la dimos justamente nosotros, que nos obligamos a creer en la Infinita Responsabilidad Individual y el Sacrosanto Autoboicot del propio Éxito. Junto con la remera les regalamos la excusa perfecta. "Disculpen, pero los militares mataron a mis padres" parece decir esa remera. "Lo siento, pero nací en el 76".

Es una excusa lo suficientemente sangrienta para ser aceptada. La respalda el sombrío prestigio del genocidio. En Argentina, en 1984, no valía decir: "Disculpen, pero vengo de una familia disfuncional". En 1994 tampoco. Es una excusa demasiado yanqui, no se traduce bien al castellano rioplatense de ravioles domingueros y cuatro generaciones bajo un mismo techo. A partir del 2001, por lo menos, ya valía echarle la culpa al país. Ya podías pronunciar en el consultorio del analista la frase "Es que en este país..." y hasta añadirle un suspiro, sin que el amable terapeuta te corriera con que culpar al FMI era patear la pelota para afuera.

"De la media sombra a la luz de Bengala", se podría haber denominado el evento, por poner una tragedia más cercana como referencia. No niego que me emocioné, que me gustó hacer (por una vez, con el aval oficial) el papel de generación intermedia que le da la bienvenida a la generación joven. No digo que no haya sido una buena idea.

Fue una buena idea.
Pero esa remera, por Dios.

Sunday, April 09, 2006

¿por qué el cuis cruzó la ruta?

Porque sabe que es la principal fuente de carne de los argentinos si los ganaderos no bajan los precios. No olvidemos la liebre patagónica y el gato rosarino. Sean eternos los laureles que las cacerolas de nuestro pueblo supieron conseguir.

Néstor Kirchner, desde lo alto del Glaciar Vengador, Santa Cruz, 2006.


El cuis cruzó la ruta. El cuis no la cruzó. O sí. O no. Bueno, esa cosa. ¿Qué importa el cuis? ¿El cuis es patriota? No. (Risas) Nosotros sí. Atacaremos. (Aplausos) Al Quaeda no es más inteligente que nosotros (Abucheos).

George W. Bush, Conferencia en Asamblea del Partido Republicano (fragmento). (ver video)


¿Qué cuis? ¿Qué ruta? Aíto, ¿vos viste algo?

Fernando De la Ru(t)a, Buenos Aires, 2001.

Thursday, April 06, 2006

del cuis rutero

...lo que conozco por tal son una especie de roedores pampeanos, bah, entre rata y comadreja, bichos de campo, suelen atravesar la ruta cuando uno va manejando.(Werte)

Un cuis es un animal chiquito parecido a una rata pero sin cola y con cara de bueno. Su hábitat: las rutas. Los españoles le pusieron "Conejo de Indias" porque ellos buscaban un animal similar de europa y le agregaban el "de Indias". Así, los Indios son "Africanos de Indias", el café es "té de indias" y la cocaína es "rapé de indias".(Gogui)

Agradezco las contribuciones de los lectores, lamento si no se entendió el post anterior, y aclaro: lo único de invento argentino que tienen estos bichos, en realidad, es el nombre. En el resto de América hispana son "el cuí" y "los cuis" mientras que acá son "el cuis" y "los cuises".
En suma, inocentes víctimas de lo que en sociolingüística se conoce como fenómeno de hipercorrección.
("Mire, un cuí", dice el peón del campo. "Sí, allá va el cuis", "corrige" el patrón "culto" de la ciudad.)

Cuestión que en casa hay cuatro. Devoran zapallitos, alfalfa, zanahorias, acelga, lechuga, papel y gomaespuma. Ya se comieron las palabras "sal" y "sadismo" del diccionario bilingüe de Déivid. Los chiquitos ya tienen apodo, si no nombre: son "el Negro" y "la Flaca".
La Flaca (a eso de las 8 am) canturrea: CUÍ, CUÍ, CUÍ...
Los apodos fueron idea de Déivid, que se está aclimatando a una velocidad alarmante. Más que aclimatando, se está aquerenciando. No conforme con la fauna campestre y rutera que corretea por su habitación, ahora lidera un dúo de chacarera hardcore-punk depresiva: "El Ruso Carabajal y los aguafiestas". Le entró bastante rápido al ritmo de la chacarera, y eso gracias a una práctica tan intensa de guitarra y canto que en pocos días de oírlo ya me salen todos los e-mails en endecasílabos. Hay que oír a un nativo de New Jersey cantar "Sujétame el corazón, que se me va pa' Santiago" con algo que ya suena como auténtico sentimiento.

Wednesday, April 05, 2006

¡otro invento argentino!

Mi país es maravilloso. Acá, con nuestra creatividad proverbial, inventamos el alambre de púa, la picana eléctrica, la bicicleta financiera, la figura del desaparecido, pero además (supongo que para hacernos perdonar por todo lo anterior) inventamos el dulce de leche.

También somos los inventores del cuis, que ya existía, pero al que le agregamos dos eses en el plural (cuises) y de la birome, que la creó un húngaro pero se le ocurrió y la patentó en Buenos Aires.

Y ahora, como si mantener las vacas en el corral y el dólar bajo y los golosos contentos y los intelectuales en el fondo del río fuera poco para nutrir nuestra fama global de pueblo despierto, nos descolgamos con:

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡El año de nueve días!!!!!!!!!!!!!!!!!

El año argentino empieza el 2 de abril y termina antes de Semana Santa, o sea, el martes inmediatamente anterior al Miércoles de Ceniza. Por alguna razón insondable, aunque seamos más positivistas que Darwin, nos llena de entusiasmo la idea de conmemorar la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo comiendo empanadas de atún, huevos de chocolate y conejos del mismo material en algún lugar apartado del mundanal ruido. Después, claro, se sabe, vienen el frío, las fechas patrias, las vacaciones de invierno, las gripes de los chicos, las alergias primaverales y al fin, en noviembre, todo el mundo se pone de nuevo las pilas. Hasta diciembre, claro, en que mi pueblo entra nuevamente en un trance místico que lo impele a prepararse full time desde el 8 de diciembre para la conmemoración de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. Después, se sabe, vacaciones de verano hasta el Día de los Tontos y vuelta a empezar.

Pero ESTA semana es terrible. ¿Para cuándo necesita Ud. el trabajo? pregunta uno tímidamente por email y la respuesta es: YA. Que me voy, que nos vamos. ¿Adónde? Adónde carajo se va la gente para Semana Santa, me pregunto. Pero lo que más me pregunto es: ¿Cómo juntan mis compatriotas en tan sólo un mes (desde que vuelven de las vacaciones de verano hasta que huyen nuevamente para las de Semana Santa) la guita para el re-veraneo devoto y otoñal?

Pues me cago en la hostia.
Coño.

Sunday, April 02, 2006

oh, maggie...

(o de la sutil diferencia entre fight y struggle)


Esta madrugada, a la misma hora en que Maggie nos torpedeaba, sólo que 24 años más tarde, yo estaba luchando.

Luchando por comprender el mecanismo eléctrico de seguridad casero de la bomba de agua del edificio, que hace que se corte el agua cada dos días; luchando por descifrar la jerga leguleya y contractual de una traducción técnico-legal del español al inglés, para el LUNES (por suerte hay modelos de contrato en Internet, y Déivid me da una mano con la sintaxis); luchando contra la idea de delegar en una amiga la nota de arte que tengo que hacer para el lunes también, luchando con toda mi fuerza de voluntad por no zambullirme de cabeza todo el fin de semana en The Corrections (la traducción es de Ramón Buenaventura, el mismo buen traductor de todas las obras de Philip Roth que salieron por Seix Barral, igual que esta de Franzen); ocupando, en fin, todo el presente con esas pequeñas luchas...

Y de pronto, se me ocurrió que quizás ya estemos hartos del pasado.

García, el administrador, cada vez que se cortaba el agua iba y levantaba la losa de cemento que constituía, a falta de mejor presupuesto, la tapa de la cisterna y del motor de la bomba de agua; después empujaba el molinete del motor y así lo hacía arrancar. Después corría de nuevo la losa y se quedaba tirado en la cama hasta que se le pasaba el dolor de cintura. Un chiste de gallegos, lo suyo. Anoche descubrí que bastaba con tener apretado el botón verde del mecanismo eléctrico de seguridad, hasta que arranca. Tuve la suerte de que a la caja donde está el mecanismo le habían sacado el cerrojo y no se lo habían vuelto a echar. Así es como hoy tenemos agua.

Pero igual me cansé, y esta mañana el gato hizo un piquete de protesta, con mucho llanto y vómito, porque no le había cambiado las piedritas de su caja. Cuando me levanté al mediodía y puse piedras nuevas en la caja del gato, el piso del comedor era un desastre. Le eché unos limpiadores en señal de buena voluntad. "Es dos de abril", le dije a Déivid. "Sí, y qué", dijo Déivid mientras se limpiaba una mezcla de Pinolux, agua caliente, bilis y pelos regurgitados de la planta del pie descalzo. "Es que vos sos yanqui, no entendés el sentido de esta fecha". "Tu gato vomitó", dijo Déivid. "Acabo de pisar el vómito de tu gato".

El golpe (el de Estado, no la película de la misma época con Robert Redford, de donde sale la musiquita de ya no me acuerdo qué contestador automático empresarial con el que tuve que lidiar también la semana pasada) y Malvinas: ojalá que dos efemérides traumáticas tan seguidas sirvan para hacer algo por el futuro. Menos monumentos de cemento y más asistencia médica y psicológica, mejores pensiones...

Cris, Néstor, Nilda, pónganse las pilas...

Saturday, April 01, 2006

los alimentos

La librería se llama Germinal, queda a la vuelta de la Facultad de Humanidades de Rosario (por Santa Fe, cruzando Entre Ríos), tiene una vidriera llamativa y antes era una de esas librerías de saldos que no terminaban de convencerme: le faltaba el aroma del libro viejo, su condición de pieza única, su azar providencial.
Pero el otro día entré y me costó salir. Ofertas: Eisejuaz, de Sara Gallardo, $8; Hospital de ranas, de Lorrie Moore, $8; Las correcciones, de Jonathan Franzen, $8. A este último no pude resistirme. Un libro grueso, casi tan grueso como el tomo español-inglés o inglés-español de mi diccionario, un verdadero ladrillo. Prometía horas y horas de placer, de un placer casi drogadicto: la posibilidad de tomar sol en la plaza (cosa imposible para mí, sin un libro), de aguantar salas de espera en hospitales y laboratorios (así leí Falconer, de John Cheever), de sobrevivir una noche más sin televisión... Y no me ha defraudado.
El librero, además, es un buen librero. Yo respeto a los buenos libreros. ¿Qué tiene de poesía? Le pregunté. ¿Qué tipo de poesía? me dijo. Argentina, contemporánea, respondí. Ahí nomás apuntó: Poesía vertical de Juarroz ($40, no gracias); Poesía completa de Joaquín Gianuzzi ($ 10, lo tengo); Poesía reunida de Néstor Perlongher. $ 11. Lo llevo, dije. Lo llevé.
Salí feliz. Con el vuelto de $1 me metí en un quiosco. Pedí algo tipo chocolatín. La kiosquera me ofrecía barras de cereales con fruta. Dije que no. Me indicó entonces la vitrina de los chocolates. Elegí un Tofi, que si bien no es chocolate macizo como hubiera preferido, por lo menos es chocolate. En esta opción subyace la misma lógica de mi elección de un buen libro de 587 páginas por sobre uno bueno, o muy bueno, de cien: por el mismo precio hay que llevar nutrición, densidad. Mucho.
Sé que Florecita me entiende.