oh, maggie...
(o de la sutil diferencia entre fight y struggle)
Esta madrugada, a la misma hora en que Maggie nos torpedeaba, sólo que 24 años más tarde, yo estaba luchando.
Luchando por comprender el mecanismo eléctrico de seguridad casero de la bomba de agua del edificio, que hace que se corte el agua cada dos días; luchando por descifrar la jerga leguleya y contractual de una traducción técnico-legal del español al inglés, para el LUNES (por suerte hay modelos de contrato en Internet, y Déivid me da una mano con la sintaxis); luchando contra la idea de delegar en una amiga la nota de arte que tengo que hacer para el lunes también, luchando con toda mi fuerza de voluntad por no zambullirme de cabeza todo el fin de semana en The Corrections (la traducción es de Ramón Buenaventura, el mismo buen traductor de todas las obras de Philip Roth que salieron por Seix Barral, igual que esta de Franzen); ocupando, en fin, todo el presente con esas pequeñas luchas...
Y de pronto, se me ocurrió que quizás ya estemos hartos del pasado.
García, el administrador, cada vez que se cortaba el agua iba y levantaba la losa de cemento que constituía, a falta de mejor presupuesto, la tapa de la cisterna y del motor de la bomba de agua; después empujaba el molinete del motor y así lo hacía arrancar. Después corría de nuevo la losa y se quedaba tirado en la cama hasta que se le pasaba el dolor de cintura. Un chiste de gallegos, lo suyo. Anoche descubrí que bastaba con tener apretado el botón verde del mecanismo eléctrico de seguridad, hasta que arranca. Tuve la suerte de que a la caja donde está el mecanismo le habían sacado el cerrojo y no se lo habían vuelto a echar. Así es como hoy tenemos agua.
Pero igual me cansé, y esta mañana el gato hizo un piquete de protesta, con mucho llanto y vómito, porque no le había cambiado las piedritas de su caja. Cuando me levanté al mediodía y puse piedras nuevas en la caja del gato, el piso del comedor era un desastre. Le eché unos limpiadores en señal de buena voluntad. "Es dos de abril", le dije a Déivid. "Sí, y qué", dijo Déivid mientras se limpiaba una mezcla de Pinolux, agua caliente, bilis y pelos regurgitados de la planta del pie descalzo. "Es que vos sos yanqui, no entendés el sentido de esta fecha". "Tu gato vomitó", dijo Déivid. "Acabo de pisar el vómito de tu gato".
El golpe (el de Estado, no la película de la misma época con Robert Redford, de donde sale la musiquita de ya no me acuerdo qué contestador automático empresarial con el que tuve que lidiar también la semana pasada) y Malvinas: ojalá que dos efemérides traumáticas tan seguidas sirvan para hacer algo por el futuro. Menos monumentos de cemento y más asistencia médica y psicológica, mejores pensiones...
Cris, Néstor, Nilda, pónganse las pilas...
4 Comments:
Es cierto, recordar Malvinas da fiaca. Uno viene medio pasado del 24 de marzo y tiene que comerse también las Malvinas. Y a todo esto que lo de Cromañòn no está muy lejos. Somos un país cond emasiadas tragedias. O todas muy cerca. Yo propongo elegir un día neutras, tipo 13 de Agosto, y ahí recordar todo. Es más simple no?
Gogui:
Somos un país con demasiadas fechas conmemorativas; fechas que casi todo el mundo aprovecha para salir rajando y desentenderse de las responsabilidades vitales. Si convenimos en que Cromañón fue un producto de un estado generalizado de desidia (del "¿total, para qué te vas a calentar?"), bueno, una cosa trae la otra...
Diario "Clarin"? dice.."Se conmemora hoy....etc."
Quien lo dice?
SE..
NADIE
De nadie a nadie....todos
Posdata: el botón verde quemó todo. Viveza criolla 0.
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