Friday, March 10, 2006

un día en la vida

"Lo real crece, lo real avanza. Un día todo será real, y cuando todo sea real, será el fin" (Jean Baudrillard)


Salí de dar el fallo con los otros dos integrantes del jurado y me fui al diario, y dije que tenía un rato libre. Justo había trabajo para hacer. "Vayan ahora", dijo la jefa de sección. "Total al fotógrafo le reconocen el ticket".

Salimos del diario y paramos un taxi. El taxista tenía el pelo largo y deshecho, una camisa de colores brillantes de varias temporadas veraniegas atrás y una flacura, y una piel curtida, como si lo hubiera ido quemando alguna droga no de este mundo, alguna sustancia infernal. Se me ocurrió que quizás parecía un personaje de alguna película de Jarmush: el rol de marginal, sobreactuado por algún limadísimo músico de rock. El taxista hizo los comentarios de rigor sobre el clima, a los que respondió el fotógrafo, y síguió manejando un trecho en silencio. Cuando tomó la avenida del túnel, él y el fotógrafo intercambiaron algunos breves comentarios sobre el coche. Un camión venía acercándosenos, por otro carril a nuestra derecha. El conductor del camión se arrimó al taxi, saludó al taxista, y el taxista le gritó: "¡No está muerto!" "¿Qué?" preguntó el camionero. "¡No está muerto, está en coronaria!" El fotógrafo me dirigió con disimulo una mirada de asombro, casi un gesto de signo de pregunta. El camión quedó atrás y el taxista se puso a explicarnos que hablaban de un compañero. ¿Qué le había pasado? ¿Accidente? preguntamos al unísono. No, era pintor de obra. Estaba lo más bien y de pronto se frenó, o algo así dijo el taxista. Tiene mal un riñón y un pulmón. No fumaba. ¿Habrán sido los diluyentes? Tomaba mucho, dijo. No entiendo porqué le pasó eso, dijo. ¿Será la bebida? Claro, es la bebida, dije. El camión volvió a alcanzar al taxi. "¡Está en coronaria! ¡Hay que ir a visitarlo! gritó el taxista, a través de dos ventanillas bajas, la suya correspondiente al asiento del acompañante y la del conductor del camión. "Tiene más de cincuenta años, menos de sesenta", nos contaba el taxista. "¿Me hace un ticket, maestro?" dijo el fotógrafo.

La nota era una muestra de documentación y obras de un pintor de caballete que primero se había pasado al arte de vanguardia, de ahí al arte político, de ahí a la política pura, de ahí al sector prensa del Partido Revolucionario de los Trabajadores/Ejército Revolucionario del Pueblo, luego a su fuerza armada, y por último había muerto asesinado por la policía junto con otros cuatro compañeros en un campo de práctica de tiro cerca de Clarke, provincia de Santa Fe, el 11 de octubre de 1975. El fotógrafo fotografió sus insignias de teniente del PRT/ERP: una estrella azul de cinco puntas bordada sobre un galón caqui de gabardina Ombú.

Después volví al mismo restaurante donde nos habíamos reunido más temprano los integrantes del jurado, y donde había quedado en reunirme para una clínica de obra con un escritor y guionista joven que está tratando de escribir una novela de ciencia ficción: qué pasaría si la realidad virtual fuera un producto y se pusiera a la venta y toda la realidad real, de a poco, fuese siendo transformada por el producto. Me dejó un borrador de veinte páginas.

Escribo esto mientras espero el delivery de la rotisería.
¿Qué pasa, que no viene?

4 Comments:

Blogger Gus Nielsen said...

¿Te gustaron las fotos que le saqué a tu Monumento a la Bandera?

2:59 PM  
Blogger xenia said...

¡Ups! No las vi... Tampoco sabía que el Monumento era mío, je... ¿Las posteaste?

5:18 PM  
Blogger xenia said...

Fui recién a tu blog y ahí las vi.
Estan buenísimas.
Una imagen casi abstracta, fiel a un sentido arquitectónico de la estructura de la obra, y completamente distinta a la postal acostumbrada...

6:44 PM  
Blogger Gogui said...

Xenia, el monumento a la bandera es la cosa más abstracta que vi después del obelisco. ¿Donde está la bandera ahi?
Hasta la bandera misma debe haber quedado apsmada cuando lo terminaron.

6:36 PM  

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