Wednesday, February 22, 2006

una cita

Aquí, la cultura literaria es rehén del Estado, pero florece el arte de la narración oral. En Praga, las historias no son sencillamente historias: es lo que la gente posee en vez de la vida. Aquí, la gente se ha convertido en historias, ya que no tienen permitido ser otra cosa.

Philip Roth, “La orgía de Praga”.
(Trad.: Ramón Buenaventura)

Sunday, February 19, 2006

El síndrome Marsé

Llamado así en honor al escritor español que a fines del año pasado escandalizó a la opinión pública declarando, desde su rol de jurado del Premio Planeta España, que se resignaría a premiar lo menos malo. Este señor tan exigente con los otros y consigo mismo (y lo segundo se agradece) tal vez haya expresado, con su amago de patada al tablero, un nuevo síntoma de los concursos: siguen estando reglamentados en función del viejo paradigma de la pirámide, sin adecuarse al nuevo paradigma de la campana.
Me explicaré.
La tipa, llamémosla X., acepta ser jurado en un premio municipal de cuento juvenil. Le mandan los casi sesenta cuentos enviados, más un bosquejo de reglamento para todo el jurado: tres premios, alguna que otra mención y diez de antología, incluidos por supuesto los premiados. Se hace la salvedad de que pueden antologarse un par más, y se insta al jurado a resolver todo por email; no lo dicen pero la tipa cree leerlo, no se junten a ver si todavía se arrancan los ojos o se matan entre ustedes, defendiendo a capa y espada las perlas que seguramente vayan a encontrar.
Entonces la tipa, en los ratos libres que le dejan sus otros trabajos, se lee TODOS los envíos ENTEROS. Los ordena de mejor a peor. Se le desdibuja el cuerpo de tanto sentarse. Busca luego en la pila, como quien corta un mazo, la línea divisoria por donde separar lo antologable de lo deleznable: para su sorpresa, queda más o menos por la mitad. No encuentra la otra línea, la línea a trazar entre lo común y Los Tres Supremos. Descubre, primero con alivio y luego con horror, que a partir del décimo desde la mitad para arriba los cuentos son de la misma calidad aproximada de la ficción que ella escribe... exceptuando un top five de (y no por ello extraordinarios) mejores que lo suyo. Gosh!
¡Y estamos hablando de jóvenes!
Calma. En su fuero interno, la tipa es muy consciente de que lo suyo no es extraordinario ni malo. Cuando leen algo que ella regaló o colgó en Internet y le dicen que lo suyo es lo mejor del mundo contemporáneo, agradece pero piensa (no lo dice) que están exagerando. Lo suyo (cree) no es tampoco regular sino bueno sin más, es decir: correcto, aceptable. No se siente genial ni descartable; no se siente del montón. (Ella todavía se imagina que existen un montón de escritores malos.) Cuando la tratan de mediocre, escucha como quien oye llover. Pero la pila de papeles ajenos en su escritorio, que ya no sirve más de camita para el gato porque está toda desordenada, le demuestra que hay al menos unos veinte pendejos que escriben igual o mejor que ella. Nada que ver con la fantasía de los organizadores del concurso: tres excelentes, nueve buenos, cuarenta y ocho a la basura. No. La fórmula es más bien algo así como: treinta buenos sin más, veintiocho malos, uno o dos bastante buenos, nada o casi nada extraordinario.
¿Será que nos inunda la mediocridad (una de buena calidad, pero mediocridad al fin), o que la campana se ha impuesto a la pirámide?
Lo que puede que se le haya pasado por alto al ilustre Marsé (o lo que X. necesita creer) es que cada vez más gente escribe bien, sencillamente bien. Contamos con más recursos: sin ir más lejos están los correctores ortográficos de Word, pero también proliferan los clásicos en la Red, las escuelas de periodismo, los talleres literarios, y hasta los amigos escritores más sabios por viejos, o más jóvenes pero menos testarudos y un poco más avispados, que nos dan consejos útiles y constituyen una especie de taller literario gratis e informal al que podríamos llamar "la universidad de Quilmes" (mozo, otra rubia...).
Con tanto a disposición, y con el estímulo de tantos premios que andan dando vueltas, hay que ser un auténtico cascote para no aprender algo. Ya no son cincuenta, son sólo algo menos de treinta (la mitad) los que mandan a un concurso y hacen un papelón. Eso, en el caso que cuento. Pero aún suponiendo (y es una suposición muy plausible) que el rasero con que juzgo la calidad sea demasiado bajo, ¿premiar lo menos malo, no equivale acaso a premiar lo apenas un poquito mejor? Es que también son cada vez menos, por lo que puedo ver, los que pegan el batacazo, los que meten un gol de media cancha al centro del arco. Y la pregunta que surge es: ¿aquellos primeros premios por unanimidad de antaño, eran de verdad excelentes? ¿Correspondían a un tiempo de condiciones más duras en que alguna rara voluntad, algún raro talento, se imponía sobre la adversidad y triunfaba? ¿O se destacaban entre el fango como un pedazo de lata que parece, a falta de otra cosa que brille, auténtica plata?
Un lápiz, acá.

Thursday, February 16, 2006

a partir de hoy...

...este se convierte en un pinche BLOG DE OFICINA.
Yo que tanto me quejaba de la atmósfera oficinesca de los blogs... m-aquí posteando como quien lee un libro en una sala de espera.
Y parando de escribir cuando llega el laburo.
El post por el post mismo. La autorreferencia textual a la orden del día... no creo que esto funcione. Mañana probaremos desde casa.

Wednesday, February 15, 2006

Feiling

"La historia oficial... se reduce a Sarmiento en el siglo XIX y a la dialéctica Borges-Arlt en el XX... la historia de esta historia no es difícil de resumir, y lleva el nombre de Ricardo Piglia. Sobre la base de ciertas ideas del grupo de la revista Contorno, luego desarrolladas por David Viñas en Literatura Argentina y realidad política (1964), Piglia la inventó desde las sombras durante el gobierno militar, y la fue difundiendo en artículos y en su influyente novela Respiración artificial (1980). Para ello contó con la ayuda de Beatriz Sarlo, directora de Punto de Vista...".

Por uno de esos desfasajes a la vez tristes y felices de la historia, acaban de salir por la colección Señales de Sudamericana pasajes como éste, tan necesarios pero que nadie vivo se atrevería a suscribir, y los firma un muerto: C. E. Feiling (Rosario, 1961- Buenos Aires, 1997).

El resto de mi reseña sobre Charlie Feiling para Rosario/12, clickeando acá.

UPDATE: Al fin Guillermo Piro encontró la reseña de Feiling que buscaba; no era la que yo decía, era otra. Es una que se refiere al segundo libro de poemas de Piro, Las nubes. Y la posteó en su blog, Wimbledon.

Saturday, February 04, 2006

mascotas incompatibles

Algo huele a quemado en Dinamarca


Sigo con Vanity Fair. Lo que más me gustó de la película además de por supuesto James Purefoy: la sutileza de su visión descarnada de lo social, la actualidad de ese pesimismo de la época de Napoleón. Hay ropajes físicos (sedas y tules), pero faltan esos otros telones que hoy nos hemos acostumbrado a tender sobre las alianzas de clase. Por ejemplo, cuando Miss Matilda Crawley la toma del brazo a Becky Sharp como si fuera una igual y la invita a cenar con la familia, lo hace en un gesto puramente transgresor, una provocación para dejar bien en claro ante sus parientes, que aún deben cuidar las formas, que ella es superior en tanto puede permitirse cualquier excentricidad. Esta soberbia, después, le va a costar caro. Porque es puro gesto y no invoca ninguna ideología de igualdad universal. Le falta, a ese gesto egocéntrico, el velo de la hipocresía católica, marxista, o simplemente "solidaria". Nada que atempere esa extraña mezcla de crueldad y de prudencia que manifiestan los ricos al protegerse de los pobres.
Ha de haber algún paralelismo posible entre la clasista sociedad inglesa del siglo XIX, la nuestra, y la sociedad de castas india de donde viene Mira Nair. Esa transparencia es terrible, y es bella precisamente por ese horror que satisface una curiosidad, una infantil pulsión de saber. Poe: "El horroroso descorrerse del velo". En Atopia, esas cosas pasan.

Gatillo fácil

Tenían razón mis amigos cuando me decían: no dice miau, dice "may I?". Te está pidiendo permiso para atacarlas, para saltarles encima. Y yo que no, que mi gato es buena gente, que sabe comportarse, que se van a hacer amigos. Ayer justamente Dora se dejó hacer mimos; estaba tranquila, el gato la olía de lejos y me imaginé al fin una escena fraterna, un Edén como el que los Testigos de Jehová dicen que va a venir después del fin del mundo (y te muestran esos dibujos: el león junto al cordero, ilustración textual). Cuestión que no. Hoy se les abalanzó nomás a las cobayas, que alcanzaron a esconderse en el placard. Todo en medio de una batahola de zarpazos y chillidos, circa 6:30 am. Costó, el operativo rescate. Sobrevivieron. Ilesas.
Moraleja: nunca le des chapa de policía a tu gato.

Por su parte, el tomate no fue tan melodramático como para haberse muerto justo antes de la gran lluvia. Viven, él y sus frutos. Me ahorró muchas culpas.

Este no es un blog sobre política internacional, pero qué cagada lo de Siria.


UPDATE: el tomate ha muerto. ¡Qué ensalada, su descendencia!

Thursday, February 02, 2006

películas lujosas

Miss Matilda Crawley: Oh, por favor, dígame que hay algo de mala reputación en su pasado...
Becky Sharp: Bueno, mi padre era artista.
Miss Matilda Crawley: Ah, eso está mejor; espero que haya sido uno bien muerto de hambre...
Becky Sharp: Absolutamente famélico.


Vengo de una seguidilla de películas lujosas: Merchant of Venice (mi amiga, a la salida, exclamaba: "¡qué trajes!"), De-Lovely (la suntuosa pero sosa biopic sobre Cole Porter con Kevin Kline donde la música parece envuelta para regalo pero no hay un solo personaje simpático), y, anoche (justo antes de que la bajaran de cartelera Rosario, Vanity Fair, de Mira Nair, directora india a quien pocos críticos le perdonan que haya transformado la novela satírica de Thackeray en un "costume melodrama" chato y atiborrado. Okey, pero con una encantadora química americana-inglés entre una Reese Witherspoon glamorosísima en el papel de Becky Sharp, muy bien dotada no sólo para la actuación sino para llenar escotes estilo siglo diecinueve (¡qué envidia! Maternalmente me reproché miles de veces, en esas dos horas, cómo no comí un poco mejor cuando era adolescente; hoy podría competir con aquello) y un James Purefoy que, a ver, no será el primer Al Pacino o el último Chris Penn, pero le sale muy bien el papel de bueno (o de hombre enamorado que se las banca todas, hasta que...) y, a pesar de que con esas patillas y ese uniforme obsoleto de la Royal Army parece el general Belgrano en los cuadros de la escuela, de civil (con patillas y todo) tiene ese grado de belleza ante el cual un poeta sólo podría conservar el honor de su oficio llamándose Shakespeare. Porque todos los demás al intentar describirla nos desbarrancaríamos por las banquinas del lugar común o de la guasada. De modo que optaré por callar.
No quiero ser injusta con Reese. Hay momentos de la película en que tiene tal gracia que parece la encarnación humana de un pavo real. Y esos danzarines hindúes que aparecen por todos lados... no es sólo lujo: es maravilla.
Bueno, basta de mariconerías.
Cuando pueda me compro el libro.
Esto iba a ser un post sobre lo victoriana que es la sociedad atopiana (a.k.a. rosarina), pero no tengo ganas de entrar en (más) quejosos detalles autobiográficos. Para muestra basta un botón: a las dos primeras líneas del diálogo citado más arriba podría haberlas oído en cualquier charla de cualquier bar pequebú antes de que asumiera Lifschitz y prendiera la idea de que el arte atrae al turismo.

UPDATE: Dora sigue engordando. El tomate resiste.

Wednesday, February 01, 2006

año del perro

la inexportable levedad del existir


¡¡¡GRACIAS!!! a tod@s l@s que saludaron, vinieron, escribieron, llamaron, me regalaron libros para mi "cumple".

No puedo dejar de asociar este último apócope infantil con los ominosos graffiti de los Montoneros, pero bué.

Hablando de Argirópolis, qué BUENA la novela de Florencia Abbate (1976) "El grito". La leí de un saque en dos o tres días y me pareció un fresco tan amplio y preciso de la Argentina de los últimos 30 años radiografiada desde el 2001 (los personajes son traslúcidos, muestran su pasado como capas de sedimentos de Historia grande y chica), que considero injusto el mote de "literatura de cabotaje" que le dio la prensa a novelas como ésta.
¿Acaso es inexportable Kundera, visto desde la ex Checoslovaquia? Creo que no, en la medida en que no dé los hechos nacionales por sabidos y los cuente. Y eso hace Abbate, con pulso firme, en una narración a varios puntos de vista donde juegan un rol fundamental la contigencia y el azar, rasgos de lo "novelesco" por definición.

Hoy la roedora Dora se metió en el estudio. Mi gato guardián me alertó. Le discutí, pero al final él tenía razón. Dora no quiso mimos: me mordió y la tuve que devolver a su caja.
Es salvaje, no hay vuelta que darle.

La planta de tomate tiene todos los signos de haberse secado justo cuando estaba por dar sus mejores frutos, como un buen poeta maldito.

No miré más el blog http://hargentina.com, de modo que ignoro si sigue siendo un nodo en la alta región de las blogo-esferas donde se sostiene la siguiente visión gnóstica del universo, visión que es en sí una antigualla: está, en una vereda, el Sistema (o sea el Mundo, o sea el Mal) y en la de Henfrente el Harte Halternativo, las Hobras de las Bellas Halmas. Querer vender libros (propios o ajenos), querer escribirlos (con lápiz o en la PC), laburar en diarios, agencias, editoriales y contarlo, dar por sentado que cada cual publicita lo suyo, buscar publicidad gratuita (si todavía no vendí nada, ¿cómo la voy a pagar?), aspirar al bienestar y a la integración social en general, pagar puntualmente el alquiler y el teléfono y otros prosaicos menesteres relativos a lo que las Halmas Bellas y Umildes dan en llamar La Orrorosa Vúsqueda del Héxito, pareciera ser, para estas vuenas y umildes jentes, kosa pekaminosa y kondenable: komer está mal. Se supone que los poetas no hacen esas cosas, no viven de escribir ni de haberlo intentado: mueren de eso.
Insisto una vez más, y con la mayor calma posible, en que el Habominable "deber ser" y el Hespantoso "Ideal" se hallan así precisamente donde no parecen estar, es decir: en el ideal moral de la rebeldía por la rebeldía misma, sin programa político, sin ideas, sin estrategias, puro goce de autoinmolarse; el deber de ser santo.
Pero que yo sepa, la fórmula bautismal "¿renuncias al Mundo y a todas sus obras?" no figuraba en en el formulario de Blogger.


Así que sigo adelante con mi prédica satánica:
¡GILES DEL MUNDO!
¡AVIVAOS!
¡LOS SETENTA YA FUERON!
¡LOS POETAS MALDITOS NO EXISTEN!

Este fue un aporte de los Dres. Durden & Norton a las celebraciones del Año Nuevo Chino y al caos reinante.