Te lo mato para el lunes
y si no, llamame a mitad de semana a ver qué novedades hay
¿Y si Hamlet le hubiera dicho que no al fantasma del padre?
¿Y si al espectro de un ser querido asesinado que nos mira fijo desde su eterna agonía, que nos persigue clamando venganza y nos quita el sueño, le decimos, como Bartleby el escribiente: "Preferiría no hacerlo"? ¿Si le explicamos que vengar su muerte, siquiera denunciarla, nos metería en un berenjenal formidable y no vale la pena hacer semejante sacrificio por alguien que -sí, sabés que te quería y que te quiero- ya está muerto? ¿Si nos asumimos como cobardes ante el rostro en llamas de aquel cuya ausencia es nuestra orfandad, y reunimos coraje, y le decimos que no? ¿Que si lo mato al tío -que si la mato a la mami- voy a ir en cana o al manicomio o a la horca y no a la Universidad, y acordate, papá, -acordate, abuelita- de cómo vos querías que yo fuera a Wittenberg? ¿Si le planteamos la realpolitik cristiana de perdonar al hermano -a la nuera- y le rezamos una misa para que se vaya al cielo de una vez, que es donde merece estar, y se deje de joder? ¿Si le proponemos que se conforme con saber que el asesino sabe que yo sé, pero no sabe que he decidido no hacer nada al respecto? ¿Que vivirá esperando mi venganza y nunca estará tranquilo/a? ¿Que cuento con que enloquecerá de culpa y de terror?
Una escena argentina -fuente: Página/12-: Galtieri lavando el coche. Lo ve gente de H.I.J.O.S. Él no los ve. Lo tienen a tiro, lo pueden matar si quieren. Sienten el tirón, la tentación. Se abstienen, como se abstuvo de matar Hamlet a Claudio cuando lo encuentra rezando y se pierde la oportunidad histórica de apuñalarlo por la espalda: no lo quiere mandar al Cielo. Acaso lavar el coche sea una forma contemporánea de la plegaria.
Pero parece que es preciso atravesar un duelo así para constituirse como sujeto deseante. Todos estos nuevos reclamos de justicia: Blumberg, Cromañón, y van... Gente que estaba vegetando en su casa hasta que le mataron a alguien. Devienen deudos que son impulsados a la acción por un muerto sin paz. Equivocados o no en lo que piden, sus vidas cobran ímpetu tras el dolor.
¿Y si se resistieran? ¿Si inscribieran el mandato como un gran "NO"?
Los hijos apropiados que prefieren no buscar a sus familiares de sangre. Los hijos de árabes bombardeados por Bush que optan por NO tirar bombas. Los hijos de judíos que se cristianizan el apellido y se olvidan del Holocausto y se asimilan. Los sobrevivientes de familias disfuncionales que crecieron viendo a sus parientes esquilmarse, difamarse, fraguarse diagnósticos falsos, privarse ilegítimamente de la libertad y empujarse a la muerte por trastorno psicosomático entre sí, y prefieren convencerse de que nacieron de un repollo. Los hijos de sobrevivientes de la masacre armenia que prefieren hablar de otra cosa. ¿Qué pasa en la mente de esas personas?
¿Les funciona la omisión como un acto, como una venganza que dispara más venganza aunque no haya sido consumada? ¿Cómo paro de hacerme cargo de que el deseo arbitrario de un tirano fue mala ley y destino trágico para aquel que me sostenía? ¿Cómo pasar del ME la mataron al SE murió? ¿Cómo se sustrae uno a la cadena de vengadores? ¿Cuánto cuesta cumplir el "no matarás"?
"Usted queda en cualquier lugar, en ningún lugar", me dijo un analista. Dicen sus colegas que ese analista no era bueno. El lugar, ¿no es acaso el propio? Quedo en un lugar, el mío... sí, y ¿contra qué?
¿Quién me funda, si no es ese fantasma terrible?
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