...me decidí a ir al médico. Acaso bajo la influencia del libro que empecé a leer, "Amor líquido" de Zygmunt Bauman (regalo de mi amiga Delia) volví al mismo gastroenterólogo del año pasado.
Se acordaba de mí. Lo noté cambiado: adelgazó y tomó sol. Era un gordito paliducho y ahora, flaco y tostado, se parece a Johnny Depp. Me alegra que sea joven y bello, porque temo que voy a necesitarlo durante los próximos, digamos, 20 años.
Pintaron de verde la cafetería del hospital. Ahora el verde del césped de los partidos de fútbol resuena, por así decirlo, en las paredes, y hace un lindo contrapunto al de los árboles del patio que alcanzan a verse desde adentro.
"Amor líquido" es un canto a la lealtad: el libro que hay que leer antes de comprar un terreno y ladrillos, o volver al país natal.
Y quizás también por eso me decidí a escuchar "Midnite Vultures" de Beck, que finalmente bajó via Azureus (aunque se tomó su tiempo).
Me encanta.
Es 50% cool y 50% freak.
¿Cómo decirlo en mi lengua natal?
Es una fiesta, es una bocha espejada dando vueltas, son luces estroboscópicas, gente demente bailando con ropa de feria americana de los años setenta con estampados de formas espiraladas color naranja y fucsia.
Es la música que pienso poner en mi próximo cumpleaños.
Beck, por mí podés creer en los platos voladores, casarte con tu hermana o con tu madre, no me importa.
Ya sé que es todo
robado. No importa.
Te perdono todo.
Hoy mi nuevo experimento bioquímico se llama DOLOFRIX.
¿Cómo explicar la experiencia Dolofrix?
No sé. Es inefable.
60 mg de codeína. No hay forma de imaginarlo.
Como dice Gogui: llegamos tarde a todo.
Labels: arte y música, salud y ego