Sunday, October 07, 2007

sobremesa

El poeta Dann no era tan viejo.
Ansiaba, sin embargo, presidir
la sobremesa. Mas no tenía discípulos.

No le pertenecía la paciencia
de cultivar lo verde. Él creía
que la verdad brotaría de su boca
cuando hubiera bebido lo suficiente.

"Mi guerra fue esperarlos", dice a Ran,
sentencioso, aferrando su vaso de sake.
Ran cuenta en un haiku cómo cargó
a otro guerrero que se desangraba:

lo cuenta y sus hombros tiemblan.

La insolencia de Dann es demasiada:
reprendo al viejo indigno. Ahí sentado
en su trono sin reino, nuevamente
ebrio, batalla contra fantasmas.

La suya es una primera línea inútil,
sin retaguardia, porque nadie lo sigue.
Dann comete un mismo error dos veces
pero sigue creyendo que tenía razón.

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