día del cuis
Mientras tipeo, copiándolas de un papel donde las escribí a mano porque ya no confío en los diskettes ni en los CDs, las últimas erratas de la última prueba de galera de mi próxima novelita de la saga de Atopia que entra en imprenta mañana y sale de imprenta el jueves, me consuela de mi carencia temporaria de Internet el ser testigo de la discusión que tiene lugar en el cyber de la Shell: ¿lloverá o no lloverá? "Boludos, no", pienso para mí. Porque antes de salir vi que uno de los cuises de Déivid, Rita la Salvaje, estaba en el balcón. Y si una cuisa precavida como la Rita sale al balcón es que NO va a llover. Al principio no confié tampoco en ella y me decidí a llevar el paraguas sí, los nuevos lentes de sol que compré en el shopping Alto Atopia, no. O una cosa o la otra. Pero un claro entre las nubes me hizo confiar en Rita: volví sobre mis pasos y, para no subir de nuevo las escaleras, dejé el paraguas bajo llave en nuestro buzón.
Ayer, además de gafas nuevas, compré dos discos de jazz para mi madre, Peter Gabriel 1 para mí y una botella de agua mineral. Encontré en la calle, tirado, un traje negro. Escondí mi CD y mis gafas en la mochila porque me la vi venir. Y vino igual: "¿A esa botella de agua mineral, la llenaste de agua de la canilla o la compraste?" me preguntó mi madre. Sé que lo virtuoso (conociéndola desde hace 42 a. como la conozco) hubiera sido mentir, decir que la saqué de la canilla. Pero no. Le dije la verdad: le dije que la había comprado en el shopping. Era obvio que odió la palabra "shopping". Tampoco, parece, le gustó mucho saber que tengo cuenta corriente. En el camino de vuelta a casa, sentí que recorría un loop temporal que iba desde el siglo XVII al XXI. Salvé mi honor robinsoniano al descubrir, esta mañana, que a Déivid el traje le iba que ni hecho a medida.
Por esa jodita del traje perdí valiosos minutos que no me hizo recuperar un taxista vengativo, empecinado en hacerme llegar tarde a propósito en vista de que yo había pretendido apurarlo con lo que desde su punto de vista debían ser soeces ínfulas de primermundismo. Le expliqué eso, a las 11:05, al funcionario municipal con quien debía entrevistarme a las 11:00 y que me declaró extraoficialmente "ininstitucionalizable".
Después ven todo esto en una novela y dicen "qué imaginación".
Labels: salud y ego
3 Comments:
Jaja ahora sabemos de donde sacás las ideas. Se podría decir que no las sacás de ningún lado, que literalmente te atacan!
Lo de tu madre me hizo reflexionar. Sigue sorprendiéndome cu´ntas armas puede usar una madre para torturar a sus hijos. Incluyo la mía, por supuesto.
cada día me gusta más este blog, entre lo de j deep y lo del cuis no hay desperdicio,
salud!
Estuve colgadísimo mucho tiempo y recién me entero de la segunda novela. Felicitaciones. Ya me las leeré a las dos de corrido.
Después sacás la tercera, hacemos los libros de rol y las películas (cuya duración aumenta proporcionalmente al número del libro de la saga).
Exitos.
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