República Robinson
República Robinson, país de acorralados que salen a pedir justicia por sus hijos, por sus hermanos, por sus amigos, por sí mismos, con el mismo emperramiento con que cada cual defiende su lugar en la cola de la panadería del barrio cada domingo a la mañana. Resistiendo a pie firme Grimoldi, cada uno luchando solo en la guerra de pobres contra pobres, de rock contra cumbia, trancando el portazo final la pata clasemediera que tuvo sus días de gloria, de arco y mediopunto. Argentina come de la basura o come afuera o no come. Lo que nos impide cocinar (cultivar, criar, cuidar lo que se quiere, conservar lo que se tiene, pagar lo que se usa, arreglar lo que se rompe, sepultar lo que se muere, durar) es que tenemos toda nuestra capacidad culinaria, cultural y civilizatoria invertida en esto: en construirnos el mundo. A cada paso. En cada esquina. Argentina no cocina, Argentina habita la desintegración. Vendía máquinas, las armaba, amaba pequeñas cosas; hoy se inmola. Se nos quemó el futuro y nos barren sin piedad en la madrugada. Volvemos a los conventillos, a la lágrima del tango. Con nuestros websites y nuestros libros y una sola palabra: resistencia.
José Buberman, hoy, soy yo.
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