Saturday, January 08, 2005

Redenciones

¡Pobre mi tío, qué mal que lo traté en mi post anterior!
Me bastó con darme cuenta de que había tenido el tubo del teléfono descolgado varias horas, para entender porqué hoy vino tan alterado. El teléfono no sonaba y él había dejado tres mensajes en mi contestador explicando que tenía que recuperar ciertos papeles (i. e. la copia dura de la carta al Japón) con suma urgencia. Es de familia, parece: correr tras un sueño. CORRER, literalmente.

"En retirada, enarbolo todavía / con una mano herida, la forma del cielo".
Esto lo escribí yo.
Tengo a quiénes salir.

Y hoy leí esto en un e-mail de un ser muy, muy querido (NO de la familia):

"Salud mental: vos tenés mucha".

¡POR FIN ALGUIEN ME LO DIJO! ¡Por fin un hombre! (Porque los que tratan de locas a las mujeres se creen muy machos pero son unos maricones no asumidos de lo peor, dicho esto con todo respeto por los gays).
Hoy sanaron todas mis heridas, como por arte divino de una magia épica y antigua.
Si no me pongo a saltar y a gritar ahora mismo de alegría es porque temo entrar en contradicción...