2 a 1
Eran más de las cuatro. Se oyó el inconfundible rugido marítimo de la multitud en alguna parte. "Goooool...". ¿De quién, de quién? preguntaba una de las chicas que tomaban sol y mate en la plaza. ¿Nadie tiene una puta radio? gritó uno de los chicos con camisetas de Newell's o de Central que se habían reunido cerca del mástil en el centro de la plaza. Pero el mundo pacífico de la plaza a esa hora del domingo parecía inmovilizado bajo el sol. Dos chicos pasaron y se supo: Central, Rivarola. Primer tiempo. Crucé el pasaje Holmberg hasta casa, con bronca. Pero la llamé a Ivana al diario y justo cuando estábamos hablando por teléfono fue el gol de Ortega. "Gato, empatamos", le dije alegremente a mi gato, que no entendía de qué le estaba hablando. Más tarde lo llamé a mi primo y me enteré de que habíamos ganado. Nos alegramos con esa alegría serena propia de nuestro cuadro y que los canallas confunden con falta de emoción. Hoy supe por el suplemento Ovación que el segundo gol fue de Garay. Me gusta esta frase del cronista deportivo Sergio Faletto: "la diferencia no se marca con el hermetismo sino con la certeza de una idea".
Me gusta porque podría estar hablando de poesía.
Y menos mal que ganamos porque si no anoche Rosario, altro que París.
<< Home