Al Gran Deseo Argentino
(¡salud!)
El gran deseo argentino sube, arremete contra el vacío y ahí se queda, deseando.
Nunca baja, pero si no pierde la batalla es porque nunca se rinde. Es que tampoco existe el enemigo, en primer lugar. Igual el gran deseo argentino declara su guerra y lucha, se empecina contra el aire. No cesa su deseo, no ceja en su deseo el gran deseo argentino, al carecer de toda otra resistencia más allá de su cansancio.
El gran deseo argentino corre solo por la cancha hasta el arco rival, y hace un gol fantasmal, sin arquero que ataje, sin nada que detenga ni contemple: el gran deseo argentino es Maradona ante sí mismo y no hay partido a esa hora, ese día, en ese estadio donde sólo el viento del desierto ulula en las tribunas. Así vive de sí, el gran deseo argentino, nutrido de una abuela que le dijo: "¡Vos, vos serás; vos obtendrás lo tuyo!". Y tuvo abuela pero no hubo madre, madre que lo pariera; él habita el reino de lo potencial y por eso es sin muerte: porque jamás nació, el gran deseo argentino no nació y sin embargo vive.
¡Milagro de esperanza!
Armado de las armas del abuelo, el gran deseo argentino se enfrenta a los imperios. Tira solo, él baila por un sueño, golea sin que nadie lo registre. Golea solo, los otros diez no existen, los otros once menos y él tampoco: no existe pero Es, es el gran deseo argentino, nonato y cumplidor, la gran promesa, el que siempre podrá aunque no pueda ahora, un día van a ver.
Va a ver el referí, que no lo vio. El gran deseo argentino después de hacer sus goles invisibles se sale de la cancha gritando solo y va y lo putea al referí, que no lo vio, le rompe una botella en la cabeza cuando se lo encuentra por los bares; mientras sangra en el piso el referí sin que nadie lo defienda ni haya defendido él encima le grita: "Referí inglés, referí, referite a mí, la concha de tu madre, referí, que te parió en un taxi". Y va preso por lesiones y es un mártir del ser sin existencia: el gran deseo argentino trata de explicar eso a los guardias, explicar que él habita la posteridad aunque no haya hecho nada, aunque todos lo olviden en vida de Dios; el guardia ni lo oye, pero después a la salida de la cárcel al gran deseo argentino lo toman todas las cámaras y es noticia ese día.
¡Milagro de la fe! El gran deseo argentino es noticia del día. "El goleador fantasma", "Un escritor sin obra", "El vencedor de nadie" son bellos titulares que adornan la edición dominical gracias a tanto deseante sin demanda. ¡Son tantos! Y ninguno es amado, y cada cual se cree el único, el solo amo y señor del gran deseo argentino que le pone futuro a la melancolía, que lo apuesta todo todavía a lo que no vendrá; pero mientras hay lucha hay esperanza, y así muere: luchando como un pez fuera del agua, el gran deseo argentino.
Sólo uno, al nacer, no halló mundo: Gran Deseo Argentino es su nombre.
Y que descanse en paz.