adorábamos a Dora
(nuevo post para mis amigos)
Por unas fotos para mi nota aniversario de mañana sobre mi abuelo Erminio Blotta que no me pareció prudente dejar (respondo de ellas ante mis parientes), volví a entrar después de 7 años en la redacción de Rosario/12.
Mis ex-ex-compañeros/as me recibieron como si volviera de una semana de vacaciones, o un fin de semana, o un día de franco. ¡TODO IGUAL! Magnífico. Casi se me pianta un lagrimón ante las pantallitas en sistema DOS que temí jamás volver a ver.
Como siempre, la redacción de un diario es un diccionario viviente. "Variopinto", dice Fernanda; "me suena a caballo", comenta Leo. Y yo vuelvo a casa con la palabra que no podíamos encontrar el otro día, o la respuesta que no supe darle a Déivid: ¿cómo se le dice en castellano a un animal de varios colores?
Ya está, ahora lo sabemos. Y desde anteayer, gracias a que presioné con un argumento sencillo (ponele nombre o le voy a seguir diciendo "rata"), la cobaya variopinta de Déivid tiene además nombre propio: es la roedora Dora. (Alias la cobaya baya; pero un caballo bayo, parece, es otra cosa.)
Halladas las palabras. Lo que no puedo encontrar ahora es a Dora. Hoy Déivid le trajo una "hermanita" blanca de ojos rojos que resultó ser un "hermanito" con marcadas tendencias incestuosas, y la casta exploradora Dora faltaba hoy de su caja cuando llegué de trabajar con mi pila de fotos vintage para devolverle a una prima, "El Principito" para mi sobrino, los "Cuentos de la selva" de Horacio Quiroga para Déivid y el flamante adjetivo para ella.
¡Laburante! ¡Hacedora! No, hace do'hora que la busco y nada, che.
Lo que sí encontré es un aviso anotado. "¿Qué tengo que saber antes de llevar un cobayo a mi casa?" y abajo, en tinta azul: "EL SEXO de la bestia".
<< Home