livin' la vida anfibia
Me interesa seguir pensando esta relación entre lo "independiente/alternativo" y lo "comercial/oficial": categorías que en los años sesenta y setenta eran antagónicas, y ahora, ¿qué son?
Siguen siendo distintas, pero ciertos individuos navegan en las dos aguas a la vez.
Si miro los subrayados al diario Clarín de hoy hechos por Massei y por Piro, ahí están las voces escritas de dos mujeres: Beatriz Sarlo y Marcela Pacheco.
Fuera del género, nacionalidad y el hecho de estar en algún medio, poco tienen que ver entre sí. Sarlo ejerce una enorme autoridad académica desde una revista de crítica cultural y pensamiento... ¿alternativo? Y esto no parece contradecirse, al contrario, se complementa, con sus "intervenciones" (ya muy regulares, a esta altura, para llamarlas así) en el Clarín. Sarlo a esta altura es inconmensurable, como Borges, o como su propia visión ("A Writer on the Edge") de Borges: es menos una autora que un territorio, una vastedad. Desde donde baja una lista de benditos y por suerte tiene la modestia de decir que la lista es incompleta, que podría estar equivocándose.
Marcela Pacheco es mucho más descriptible. Me encanta su desparpajo en el noticiero "oficial" pero siempre me daba un poco de vértigo, una sensación de que o bien estaba al borde del despido, o bien su... ¿qué? ¿su rebeldía, su diferencia? se había fortalecido ante algún fallido intento de despido. La nota confirma esta segunda hipótesis y agrega un dato: es cantante "underground". La nota es un poco triste: ella habla de su soledad, su falta de "colchón" (el vértigo, el vértigo), habla de su lugar de "loca" en el noticiero. No se queja, no es amarga.
Es fuerte.
Son dos mujeres fuertes. Una ya mayor y bien establecida en un centro de poder, la otra joven y balanceándose en la cuerda floja. Ambas juegan, cada cual a su modo, con los límites del medio masivo: qué tan inteligente y casi universitario, o qué tan zafado y satírico se banca ser. Cada cual con diferente intensidad deben sentir, las dos, que en cualquier momento la soga se rompe. Pisan en dos lugares a la vez: son anfibias, establecen continuidades. Tienen, en realidad, dónde caer si la soga se rompe. Pero los de cada una son lugares únicos, singulares, y que por eso mismo tienen algo de monstruoso. No podría haber dos Marcelas Pachecos en el mismo canal. O dos Beatrices Sarlos no digo ya en el Clarín, sino en la Argentina. La violenta apostasía que hizo Daniel Link contra la figura del "intelectual" en el Radarlibros de la semana pasada, me parece que fue un dardo apuntado más o menos ahí, a mi ilustre tocaya. A Link no le daría el cuero para ser Sarlo, como a mí no me da el cuero para ser la valiente Marcela (NOTA: compararme con la Sarlo ni se me ocurre, aclaro para los paladines de la humildad que suelen pasar por acá). En la tierra del gaucho hay que saber galopar y enlazar, a la vez, y todo eso a la intemperie. Hay que ser una rana, tener las astucias del anfibio, su gomosa flexibilidad.
Me canso de sólo pensarlo.
UPDATE 2012:
Pacheco no tenía dónde caer.
Sarlo habla sola, como digo después en otro post.
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