Thursday, February 24, 2005

El peso de la nada

Pregunta Omar :

"A veces, tengo la impresión que el tono de todos los blogs que me toca en suerte recorrer están un poco apagados. Como si el discurso blogueril fuera aplacado por una fuerza atmosférica feroz. Bajo la presión y la chatura de alguna nada horripilante: ¿serán los blogs hipersensibles a la depresión social del país de origen? ¿O es que tanta información termina cerrando el camino a cualquier tipo de pensamiento, incluso el humorístico? ¿Hay una profunda tristeza y frustración atravesando los blogs? ¿Es una circunstancia o una tendencia?"

posted by Omar at 8:15 AM (Tiempo de Descuento)

Piedra libre, Omar: el discurso de los blogs que te toca recorrer, los que pretenden la densidad de lo literario (o, que la logran, como en tu caso), está siendo aplacado por la fuerza atmosférica feroz de la nada.
Nos abruma la nada, la horripilante, deprimente y frustrante chatura de otros blogs que con falsa e hipócrita modestia celebran, a saber:

- el no somos nada, no tengo nada que decir, nada soy y me encanta no serlo;

- el qué lindo que es nunca más producir, nunca más expresarse y nunca más decir nada, qué bello es ser un puro consumidor de cosas, de drogas, de libros, hasta de blogs siempre que no sean argentinos, todas cosas y drogas y libros producidos en otro lado, en demoníacos lugares donde la gente no es humilde y buena como nosotros;

- la indiferenciación, la fingida ignorancia, la renuncia de mala fe, el desprecio por aquello que en realidad se envidia;

porque el ataque a lo que se proclama como indeseable revela que aún se lo desea.

No creo que sea una circunstancia. Me parece que es una tendencia.

Los blogs, que prometían convertirse en un nuevo (sub)género literario, en el gran revival del coloquialismo y del costumbrismo, en la resurrección electrónica de la non-fiction, recuperando géneros ya existentes pero en declive como los que nacieron en el siglo XIX junto con el boom del periodismo gráfico: la "causerie" (Mansilla), o "Table Talk" (William Hazlitt), o "sketch" (Thackeray); el blog, del que esperábamos nuevas producciones magníficas en la línea de un género literario-periodístico-autobiográfico mixto en la vena de Fray Mocho o de Tom Wolfe o de Hunter S. Thompson, o de P. J. O'Rourke en la Rolling Stone, o de las "aguafuertes porteñas" de Arlt, el oportuno blog que iba a sustituir las rotativas por la Red, ya que justo había nacido cuando la voz personal, la del sujeto, desaparecía de los diarios; el blog nos cagó, pero nos cagó en parte por culpa de las leyes del caos que rigen todo y en parte por culpa nuestra, mía, culpa de todos los que opusimos una resistencia consciente y voluntaria al caos, culpa de quienes quisimos ser el nuevo Mark Twain y (no lo digo por vos, lo digo por mí) no nos da quizás el cuero, o capaz que no nos cierra el balance de la credibilidad como sí les cierra a los mentirosos, y es con la feroz ridiculez de los honestos que invadimos lo público cual pez en tierra, cual gato en el agua.
Pese a todo, siempre navego y espero algún milagro, alguna nueva excepción.
Pero cuanto mas navego, más me deprime lo que encuentro en general.
Los blogs pronto van a ser una aplicación más de Internet, como lo fueron los chats. Esa es la tendencia.
Por entropía, todo marcha hacia su mínima expresión. Y la densidad pulsional y referencial del texto literario o periodístico-literario es una expresión máxima.
Por eso el blog literario, el blog de escritor (este pretendía no serlo, pero terminó siéndolo a su pesar, sin consagración, sin canon, sin autoridad, sin siquiera una calidad indiscutible, sólo a fuerza de ganas y del entusiasmo mío y de algunos amigos) tiene sus días contados.
Hay otra tendencia, positiva y favorable: la de los blogs que nacieron periodísticos, generalmente especializados, como los de Hunter, Fabregat, Gallo, o algunos del grupo Blogdir. Cada cual tiene su "nicho", cada cual maneja la información más amplia y nueva disponible respecto de los productos técnico-culturales de los que habla, y apuesto a que sobrevivirán.
En cuanto a los blogs periodístico-literarios que nos toca recorrer a vos y a mí (Piro, Baker, etc.) se suman a esa tendencia favorable y positiva pero redoblando la apuesta. No sólo se están sacando de encima, cada vez más, los lastres personales, las ambiciones literarias y se están volviendo periodísticos a secas. Son muy valientes estos blogs si se enfrentan al rival más grande imaginable, aquel del que empezaron dependiendo: los medios masivos de comunicación en su corrupto y chato estado actual. Blogs que han preferido construirse enfrentándolos y, antes que constituir una modestísima alternativa, optarán cada vez por más antagonismo.
Los aplaudo porque su apuesta me parece genial. No sigo tras sus pasos, no porque no es periodismo a secas lo que tengo ganas de hacer. Y no puedo transformarme y convertir esto en un blog periodístico especializado en literatura, como "Palimpsestos" de Néstor Tkaczek, porque no sé tanto.
En cuanto a mis rivales y los tuyos (a menudo, los mismos), son mucho más chiquitos, indignos al punto de que no me da placer pelearme con ellos, porque me parece que es abusar. Aunque, cual mosquitos u hormigas, seguramente ganarán por abrumadora superioridad numérica absoluta, a la larga.
Una tendencia es una tendencia, mal que mal.
La fórmula a la que me confié para escribir todo esto es una mezcla de "lirismo" prosaico (lirismo en el peor sentido y también el más interesante, el de egocentrismo y falta de distancia con el discurso), estilo fuerte (sumamente despreciado por algunos, sin que eso haya hecho la menor mella en la fe incondicional que tengo en su posible calidad; incondicional, insisto, es decir: a prueba de toda evidencia contraria) y esa especie de bricolage do-it-yourself de cuasi erudición silvestre y desprolija, cuyo caos se ve agravado por las secuelas neurológicas del stress que me da vivir en un lugar de mierda del que estoy haciendo todo lo que puedo por mudarme (pero soy de clase media no burócrata, profesional liberal sin recibo de sueldo, y esas cosas no se arreglan así nomás).
Hablo en la ofensivamente vanidosa primera persona porque este post no es más que una carta abierta a vos, Omar, donde digo lo que me pasa simplemente porque no conozco otras experiencias y no puedo generalizar.
Por lo demás, detestaría que mis elecciones gramaticales en términos de número y persona del verbo condenen mi escritura a la celda insalubre de la privacidad.
El blog, como venía, significaba precisamente eso: poder hacer pública una primera persona del singular, como hizo Hunter S. en revistas y en diarios.
Sigo apostando a que el discurrir de un yo sea un espectáculo.
Patético, dirán.
¡Qué me importa!
Creo que no todo lo autobiográfico es banal, creo que la tecnología de las comunicaciones nos puede ayudar a sostener este tipo de producción, lo creo hasta que el aburrimiento o el cansancio me vencen, y de nuevo vuelta a empezar.
Lirismo, insisto, en el PEOR sentido.
Mientras dure.
Y me encanta.