contra los nihilistas
Recién, un intento fallido por corregir un error mío en un autocomentario de este blog desembocó en una rápida e imprevista visita a mi viejo blog.
Me asombré de la confusión, el dolor y el horror en los que viví durante tres meses. Me dio un subón de adrenalina desagradable al revivir por un instante esa época, que hoy me parece lejanísima (¡terminó hace pocas semanas!), en que atravesé, de noche y sin mapa, y sin más guía que los comments de algunos amables lectores con muchísima paciencia, esa zona de infierno que constituye la frontera entre los aficionados nihilistas y los escritores profesionales. Los segundos, aunque parezca mentira, suelen obtener el poco difundido reconocimiento que obtienen gracias a su trabajo, no porque un injusto y perverso sistema (lo que a veces también es el caso; no siempre) los haya consagrado como "celebridad" (?). Los primeros, almas puras refractarias a la acción (no hay nada de malo en ser aficionado, su problema es el nihilismo), "ponen alambres en todo lo que crece", como bien dice (pero refiriéndose a otra cosa) Martín Rodríguez en un verso de su libro "Agua negra".
Al diablo con ellos.
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