Saturday, January 22, 2005

Arqueología musical

Ayer me compré What's the Story (Morning Glory)?, de Oasis; según cuenta en su blog Contra las cuerdas Hunter (que algo de esto sabe) el último disco que ella corrió a comprar a la disquería antes de que Napster (¡sob!) y los MP3 y la banda ancha le volvieran cada vez más innecesaria esa aventura de salir de casa y salir de caza.
Y lo que se derrama en este momento por los parlantitos de mi PC es como un vino buenísimo, cosecha 1995, "hecho para escuchar en este momento".
Algo así me dijo una vez D., hasta cuya casa viajé un día de 1991 y a quien le llevé, en un sobre manila gigantesco, un montón de cartas de amor nunca enviadas, que le escribí escuchando interminablemente "Suzanne" de Leonard Cohen, y que desparramé sobre él mientras lo oía decir: "fueron escritas para este momento". Que fue precisamente el momento (era un amor inmensamente desdichado) en que me fui.
Me fui recordando esa otra canción de Bruce Springsteen -si mal no recuerdo está en el mismo disco que "Thunder Road", la favorita de Nick Hornby según cuenta él mismo en su libro 31 Canciones- que dice "voy a tirar esa plata en la cama y voy a salir por la puerta". Está en Born to Run (1975), el único disco de vinilo que conservo... por defecto, porque el revendedor de discos usados nunca me lo tomó. No soporto escucharlo. Fue el que estaba sonando en mi Winco la tarde de 1983 en que le dije a E. M., mi primer y último novio "serio", adiós. Lo recuerdo llorando contra el marco de la puerta de mi habitación, balbuceando "Wendy, Wendy...". Esa misma noche trató de matarse. Años más tarde quedó hecho un vegetal, por exceso de drogas. Temo haber sido demasiado cruel.
El casto e imposible D. quedó ahí, en su cama inútilmente de dos plazas, leyendo mis cartas.
Todavía las relee, me dijo una vez por teléfono.
Hoy soy feliz, tengo nuevas canciones y otro amor, el mejor de todos, tan rico en nuevas esperanzas como en densa arqueología personal (y a quien le robaron mis cartas, que espero hallar en alguna subasta alguna vez).
Lustro mi vida con cariño, como a un auto caro que me hubiera costado toda una vida de trabajo conseguir.