Ya cállate, Vicente Verdú!
Te lo pide Su Majestad... el Tiempo
Alguien tiene que decirle a Verdú que se calle.
Hay que decirle a Verdú que el centro desde donde habla es un centro de segunda, un centro de pacotilla. Hay que decirle a Verdú que el gesto desdeñoso con el que detecta y echa de la Literatura a los arribistas latinos tiene menos de prurito de aristócrata que de gesto guarango de parvenu. Hay que decirle a Verdú que les queda feo, muy feo a los españoles andar despreciando con esos malos modales de esclavista inglés del siglo XVII. Alguien tiene que explicarle que el anticuado es él, que el nuevo rico es él. Alguien tiene que avisarle que los mejor y más antiguamente establecidos en la Comunidad Europea se ríen de él a sus espaldas con la misma ironía cool con que él fustiga los rasos, los minués y las novelas con intriga de los salvajes americanos. Verdad que es, yo diría, de viudas pequeñoburguesas venidas muy a menos dárselas de guionista de Hollywood con una máquina de escribir Olympia portátil modelo 1945 en plena era del email, el chat, el blog, el fotolog, el bluetooth, la mira infrarroja, la depilación indolora y el yogur light. Pero de sus pretensiones de Faulkner redivivo se debe estar riendo en el infierno la mismísima baronesa Thatcher.
Alguien tiene que decirle a Verdú que él es un faldero de los imperios, pero de los imperios decadentes: que le avisen, que alguien le avise a Verdú que sus categorías estéticas modernistas ya son vetustas en un centro que ya pasó de moda también, porque hasta la baronesa parará de reírse en el infierno cuando China ataque.
(NOTA: Esto está referido a la nota de la página central del suplemento Ñ de esta semana)
Labels: polémicas literarias
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