Monday, August 29, 2005

is this it?

Desde que logré estar de buen humor siempre (una especie de homeostasis interna) y gané con ello cierta capacidad de observar y de tomar distancia, noto que el mundo "real" (el de las interacciones sociales, que incluye al virtual) se parece cada vez más a una pesadilla; y cada vez hallo más forma, sentido y coherencia en mi trabajo, en mi gato y en la ficción que estoy escribiendo en mi casa. Cada vez que sucumbo a la tentación de cerrar el archivo de Windows que es el pequeño mundo en el que viven mis personajes y me conecto, lo que encuentro empieza pareciéndome grotesco, después gracioso, y finalmente monstruoso. Y mucho de lo poco que pongo ahí (lo pongo con alegría, como celebrando algo, no sé bien qué) me es devuelto bajo una forma irreconociblemente monstruosa. Para no hablar de lo que sucede cuando tocan el timbre, o cuando suena el teléfono. A Déivid últimamente lo visita la gente más extraña, expresándose por escrito en jergas leguleyas, como medievales. Todos tienen algo contra alguien, todos son víctimas de todos, y me acuerdo de lo fácil que me resultaba conseguir amigos (a partir de un enemigo común, por supuesto) cuando yo también pensaba así. Hoy al lado tierno del mundo social, hasta donde puedo conocerlo desde mis limitaciones, lo veo casi igual a aquella película con Robin Williams "24 Hour Photo"... Lo que conozco del amor humano en estos tiempos se limita a tener que responder con cortesía a preguntas como: "¿Pensará la jueza que soy un loco obsesivo si le muestro esto?" "Esto" es un collage de fotos de graffiti de corazones dedicados a un niño. ¿No es gracioso? Nos reímos, aunque el juicio en cuestión sea espantoso, y no entendemos bien qué pasa. Qué es esta nueva calma ante el horror: esta capacidad de no formar parte, o formar parte y no sentirlo. No sé qué cambió, ni cuándo. Me gusta soñar. Anoche soñé que adoptaba un pingüino... azul. Más bien azulado, de un color como metálico. Se lo llevaba a mi madre y a ella le caía muy bien mi pingüino. ¿Por qué la vida no puede ser así? Por lo menos, que sea tan linda como las películas de terror, esas donde se gasta muchísimo maquillaje blanco en crear esos fantasmas inimputables, esas almas en pena que no pueden sino asustar y sufrir, y son bellas a su modo, porque uno sabe que no existen. Me gustan cada vez más las películas de terror: me parecen puras, livianas como sueños.