Monday, May 08, 2006

Yo también fui un treintañero insoportable

Yo también miraba a los mayores de cuarenta como con ganas de decirle a mi mejor amigo: "Ey, por favor, ¡prometeme que vas a matarme cuando yo me VEA ASÍ!".

Yo también tuve amigos a los que creía que les podía pedir esa clase de cosas.

Yo también me sentí genial a cada frase alambicada, rebuscada y retorcida que escribia, y cuando la releía pensaba: ¿cómo nadie se da cuenta de lo genial que soy?

Yo también creí que todos los demás eran unos imbéciles. Sobre todo si tenían más de cuarenta años. Pensaba que había un gen de la imbecilidad que se detonaba a los 39.

Puede que no me haya equivocado tanto, después de todo.

Yo también creí que cuando alguien me decía por qué no te vas del país, me estaba dando un buen consejo, no tratando de librarse de un treintañero insoportable.

Yo también creí que todos se alegraban de verme.

Yo también tardé diez años en darme cuenta de que nadie me soportaba. Especialmente, los mayores de cuarenta (¡ey! ¿son telépatas, o qué?)

Yo también creí que emborracharse hasta la ceguera era ser súper cool.

Yo también tardé más de diez años en entender la conexión entre aquella idea de que emborracharse hasta la ceguera era ser súper cool y mis nulas posibilidades por entonces de conseguir o de conservar un trabajo.

Yo también le eché la culpa a la crisis.

Yo también me lo creí cuando me dijeron que no me preocupara, que el problema era que me discriminaban por mi talento.

Yo también me creí que toda la gente era tonta, mala y envidiosa... menos yo.

Yo también me preguntaba qué me podían envidiar a mí.

Yo también tuve esos raros instantes de lucidez como el inmediatamente arriba descrito.

Yo también organizaba cosas, organizaba cosas, organizaba cosas.

Yo también tomaba, tomaba, tomaba, y escribía unos textos que a mí me parecían re maravillosos sobre lo re maravilloso que era vivir re dado vuelta.

Yo también me pregunté cómo nadie me daba un premio por ellos.

Yo también creí que iba a morir joven, como mueren todos los talentos incomprendidos.

Yo también creí que era un aristócrata y que no necesitaba trabajar.

Yo también creí que toda mi vida iba a ser lindo y atractivo.

Yo también creí que a esa mujer que me adoraba iba a poder maltratarla todo lo que quisiera, total nunca me iba a dejar porque siempre me iba a adorar, total de última si se iba, yo era tan adorable que todo el mundo me iba a adorar siempre.

Yo también le dije, a esa mujer: nena, si vos te vas, viene otra, ja, ja.

Yo también creí que ella se suicidaría luego de oír aquello.

Yo también tardé más de diez años en darme cuenta de lo equivocado que estaba en los siete supuestos enumerados en las tres entradas previas de esta lista.

Yo también tardé más de diez años en darme cuenta de que el único tonto era...


...adivinen quién.

9 Comments:

Blogger Diego said...

No tengo idea quién puede llegar a ser, pero te digo que me muero de ganas de conocer ese nombre. Tantas ganas como de que esa carta efectivamente haya sido escrita con alguien pensando en su propia vida y no como una joda más.

Ah, felicitaciones por la selección de cuentistas mujeres.

8:34 PM  
Blogger Carroll's said...

yo también...

10:14 AM  
Blogger Sonia Budassi said...

Muy buen post.

11:33 AM  
Blogger Mercedes Gómez de la Cruz said...

excelente post, querida Xenia, la verdad es que pienso que pueden ser muchos los nombres que firmarían la lista del post.

un abrazo

6:49 PM  
Blogger xenia said...

No es una joda más. Soy yo, pensando en mi vida (¿por qué "escritores" se supone que incluye a las escritoras y "treintañeros" no se supone que incluye a las ex treintañeras?), y no voy a negar que (sobre todo en la última parte) pensando también en un par de tipos: dos de mi propia generación, y uno, sí, un treintañero... Les doy una pista: escribió hace poco, en cierto blog colectivo, un post donde decía no soportar las inseguridades y la falta de carisma de los nacidos en los sesenta.
Lo cual a nosotros nos dejaba poca chance, ya que si decís "no aguanto a los cuarentones" y vos tenés treinta... bueno, la respuesta es sencilla: "ya te va a tocar", le contestás y asunto concluido.
Pero ante el achaque historizado, la respuesta se complica. Algo de razón tiene el flaco, ya que no puedo, por falta de elementos, decirle: "mirá, yo, a tu edad..." porque yo a su edad estaba pensando exactamente las mismas boludeces respecto de mis mayores, y entonces es así como la crítica termina, necesariamente en virtud de las reglas del fair play, convertida en una autocrítica.
A mí también me gusta cómo me salió este post. De verdad, me gusta, e insisto: es bien sincero.

1:50 PM  
Blogger Gogui said...

Wow, estimada Xenia, te juro que tuve el impulso de copiarlo y ponerle al final "reenvia esto a todos los cuarentones y treintañeros que conocés, y a los otros también porque ya les va a tocar, o el alma mula va a entrar a tu casa y te va a comer el queso de las heladera durante 14 días no consecutivos". Pero me refrené. Me gusta la elite, los círculos exclusivos. me gusta encontrarme con mis amigos que se ríen de los cuareentones y pensar "pensar que yo sé algo que ellos no". Gracias!

12:56 AM  
Blogger Gogui said...

Relativismos baratos, colega veinteañero. "Los que ahora tienen 40" son una raza eterna: sin tiempo ni espacio. Cuando los sufras, luego te amigues, y luego pertenezcas, te vas a dar cuenta. Por ahora los sufrimos. Viejos chotos, ajajja

9:33 AM  
Blogger xenia said...

Veinteñero:
No, es que el tipo hablaba así, posta.
Todo lo que decía parecía una mala traducción de un montón de canciones norteamericanas y luego supe que citaba canciones, mal traducidas, cada vez que hablaba.
Pero citaba malas traducciones de canciones francesas, que encima eran malas de por sí.
Escribí un poema sobre eso, pero no lo posteo porque es muy malo.

11:41 AM  
Blogger joaninha said...

Me ha encantado, pasaré a leerte a menudo...

Un besote de una treintañera... ¿insoportable?, me temo que si :-)

3:03 PM  

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