Sunday, January 27, 2008

Justo cuando me fui...

...se puso interesante. Interesante en el sentido chino: "Ojalá te toquen tiempos interesantes" dicen que es una maldición china. En ese sentido digo que se puso interesante esta charla tan aburrida, dolorosamente aburrida, de los blogs: si son diarios "éxtimos" o deben ser periodismo, la polémica en torno al uso de la primera persona del singular, el exhibicionismo, Link y sus teorías, los bloggers y sus injurias, el famoso giro autobiográfico, Link y su blog.

Como su apellido lo indica.

La última entrada de este blog era del 22 de diciembre de 2007. No puse ni feliz navidad ni felices vacaciones ni feliz año nuevo ni recordemos cromañón ni Luca Vive 20 años Después de Muerto ni "vado in kiosco, torno súbito" ni nada. Pensaba irme sin decir nada, very happy con mi nueva novelita que entiendo capitalizó los años de experiencia blogger: es una ficción contada en forma de diario "éxtimo" (me gustó esa palabrita lacaniana). El narrador es masculino, para que no quepan dudas de que cuando dice "yo" habla de "él". "Él" es Ricardo Rojas, alias Dick Redds, profesor titular vitalicio de la cátedra de Literatura Inglesa y Norteamericana I en la Universidad Nazi-onal de Atopia.

Los habitantes de Atopia habitan en la ficción.

Hoy abro el Radar y recién ahora me entero que pocos días antes de mi intento de deserción fue el famoso escandalete de Iuso en el ciclo "Confesionario" del Centro Cultural Rojas. Que da la casualidad de que mi personaje se llama Rojas de apellido. A la novelita la escribí en el invierno del 2007, en 2 meses y medio. Lolita de Nabokov fue una de sus fuentes de inspiración. Me la publicó Bajo la Luna, con una tapa preciosa, y estaba en imprenta justo cuando salía Derrumbe de Daniel Guebel. Salieron más o menos juntas, coincidiendo con la confesión de pedofilia de Iuso en el Rojas.

Con la que yo no tuve nada que ver.

Mis amigos sublunares tienen un admirable sentido del timing: publicaron mi poema "La Caída" justo dos meses antes de que De La Rúa se largara de la Rosada en helicóptero. Me consta que no lo hacen a propósito. Les sale así. Hay genialidad entre ciertos editores, no sólo entre ciertos artistas. (Entre los que no necesariamente se cuenta Iuso, aunque reconozco que sus collages son muy buenos.)

Abuso y uso. Iuso,
confiésate a ti mismo.

¿A qué viene esta resurrección del discurso en EAL? Viene a cuento de las declaraciones de María Moreno en su nota del Radar de hoy. Ella intenta analizar las causas del "estallido de la intimidad" en la crítica, en el arte, en la literatura, en los blogs, etc. De eso ya se venía ocupando también la edición online de Perfil, que hace una semana sacó una columna de Maximiliano Tomas sobre las novelas autobiográficas argentinas recientes. Moreno entrevista a Link, quien le da una serie de definiciones, intentando ordenar el caos...

O algo así. Y ella dice que se la vio venir hace rato.
(Fecha: 1989.)

De lo que no habla la nota de María Moreno es de por qué el "fenómeno" se veía venir hace rato. Y por eso reabro este blog, para decirlo acá. De lo que no habla es de la interdicción que pesó sobre la primera persona del singular en los últimos veinte años. Desde 1987 hasta 2007, si querías que te tomaran en serio, no podías escribir en primera persona del singular jamás, y menos en poesía. Estábamos todos obligados al pudor y el decoro del "se" impersonal, o al batallador y político "nosotros".

Obligación que algunos no siempre cumplimos.

Hasta el año pasado, escribir "yo" era banal, ególatra, pedorro, cursi, grasa, todo mal. La crítica adhería ciegamente a lo declarado por Bajtín en 1924, de que la primera persona confesional no era literaria. O al yo lírico de Barthes. Un crítico, poeta y periodista, en 1999, me acuerdo, había publicado una columna contra la autobiografía del entonces presidente Menem. ¿De qué lo acusaba? De usar la primera persona del singular. ¿Qué querías?, le dije. ¿El plural mayestático? Otro poeta había declarado a Página/12: "El yo es triste". Los impulsores de esa interdicción son los mismos que ahora fogonean el resurgimiento del yoyoísmo compulsivo. Se les cayó la barrera de la represión que pusieron y ahora adhieren a la revuelta intentando sacar rédito, según el aforismo: "Si no puedes vencerlos, únete a ellos".

Volviendo a los blogs. Desde este en particular, se sostuvo ("se", jeje) la idea del diario personal público: el blog como espacio para la caprichosa voz de un sujeto. Fue una idea que escandalizó en su momento a los bloggers, partidarios más bien del blog como simple medio técnico y de uso preferentemente colectivo, herramienta ideal para lograr un periodismo alternativo de ciudadanos de a pie. El blog como lugar. El blog periodístico era visto como el futuro de los blogs, como la idea sana. El blog confesional en primera persona era considerado neurótico y banal. Estoy hablando de un debate muy interesante que se dio (dónde si no) en el Rojas, si mal no recuerdo, en septiembre de 2005.
(Ver los archivos de este mismo blog.)

Lo que ganó fue la posición intermedia: el blog como crónica.
Funes de memoria.
Lo enlazan desde Ñ para saber qué pasó en el Rojas...
Y también enlazan el blog de Mariana Mariasch.
Funes, Mariana, sí estuvieron ahí.

Debo confesar que cuando un artista o escritor famoso cuenta sus intimidades, me aburre. Si Casas va a la cancha y festeja los goles de San Lorenzo, es su problema. Si Iuso abusó de su sobrina de 9 años sin penetración... y lo confiesa públicamente en el Rojas... y cree que su confesión es inimputablemente ficcional por ser una performance... bueno, lo menos que se puede decir es que se estrelló contra un límite. No está más allá de la moral por ser artista. ¡Bien! Al fin se dieron cuenta. Este era un límite que alguien tendría que haber tocado mucho antes.

Me gustaba, cuando empecé a leer blogs, leer los blogs de las hijas de vecino, es decir, de cualquiera. Me encanta que cualquiera venga y me cuente su vida. Me encanta que una vieja en la parada del colectivo me cuente su vida. Si narran bien, las escucho. Es narración en estado puro, narración sin literatura. O con una idea ingenua de lo literario. Había un blog de una chica porteña que contaba que iba de compras al shopping con su papá: me encantaba. Escribía sobre esas trivialidades maravillosamente bien. Lo peor que me pueden decir es: "Esto parece una novela".

Porque entonces no me voy más.
Y porque no necesita de la novela, ese relato.
Sí necesita de esos relatos la novela.
Se nutre de ellos. Los vampiriza.

Ahora hace mucho que no leo blogs, pero estoy leyendo (además de Los Pichiciegos de Fogwill y Las Conversaciones de Aira) un libro de testimonios de ex combatientes de Malvinas. Palabras de honor fue compilado por Guillermo Clarke y otros investigadores del Archivo Histórico Provincial de La Plata. Sigue los métodos de la historia oral: una desgrabación muy fiel a la voz del testimoniante. No puedo decir que me encante porque lo que cuentan es terrible. Pero hay algo, una cualidad que tienen los relatos autobiográficos de no escritores, que cuando cae en las garras de los escritores que intentan hacer exactamente lo mismo consigo mismos, se pierde. Estoy tentada de decir "frescura" pero no creo que sea la palabra adecuada.

Fogwill en Los Pichiciegos y Aira en Las Conversaciones, en cambio, trabajan los materiales de lo real de una forma muy literaria. Y el resultado es en ambos casos excelente. No pretende pasar por real. Es literatura que trabaja la literatura. Lo real ingresa a través de la mediación que es la autonomía de la obra de arte. No postulo un grado absoluto de autonomía, pero sí uno relativo, que refracte lo real. Esto de lo real y la ficción está mucho mejor planteado en el nuevo libro de Aira. Digamos simplemente que Fogwill logra hablar de Malvinas porque Los Pichiciegos no nombra Malvinas. Cuenta una historia ficticia donde la guerra de Malvinas irrumpe. Irrumpe con todo el peso de lo real.

Lo contrario es la distopía que imaginó Baudrillard en La Seducción:

"Lo real crece, lo real avanza.
Un día todo será real y, cuando todo sea real,
será el fin".

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